Proyectos mineros con alto empleo de agua, están compitiendo dramáticamente con las poblaciones por un recurso escaso.
- Por BLOOMBERG
- ESPECIAL PARA CLARIN – 10Mar 2013
Mina de oro en Puerto Maldonado, Perú. Las minas consumen cantidades enormes de agua para separar los minerales de la roca.
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La mañana del 3 de julio de 2012, en la plaza de Celendín, un pueblo de los Andes peruanos, unas 3.000 personas se congregaron para protestar contra el apoyo del gobierno al proyecto de Newmont Mining Corp. de tomar bajo su control cuatro lagos para dar lugar a una nueva mina de oro y cobre.
Algunos manifestantes llevaban piedras y palos. Dos policías y un soldado fueron heridos de bala.
A unas pocas cuadras, el trabajador de la construcción Paulino García salió de su casa a pie para ir al almacén. Al acercarse a la plaza, se encontró con un tumulto. La gente corría buscando refugio mientras el ejército disparaba.
Una bala alcanzó a García, que cayó muerto. Otras tres personas murieron por disparos y más de 20 resultaron heridas.
Fue el enfrentamiento más terrible en 18 meses de protestas en la región de Cajamarca, en Perú, donde muchos dicen que la mina Conga, un proyecto de Newmont de US$5.000 millones, se llevará el agua que sus aldeas y sembrados necesitan para sobrevivir.
“Lo único que queremos es agua para las familias, pero las mineras quieren llevársela. Y los soldados nos matan si nos interponemos”, llora Adelaida Tabaco, la viuda de García, en su casa de adobe a medio construir en Celendín.
Los heridos y muertos en Celendín, 800 kilómetros al norte de Lima, son víctimas deun conflicto que se repite en diversos lugares de Sudamérica, entre las grandes empresas mineras –por lo general extranjeras–- y pobladores que van a perder sus casas dado que el agua se desvía a usos industriales.
Gobiernos de toda la región, electos gracias a las promesas de impulsar el crecimiento económico y sacar a sus poblaciones de la pobreza, están otorgando por vía rápida aprobaciones de uso de agua para proyectos como la mina Conga. Ayudado por la minería y las exportaciones agrícolas, el PBI de Brasil creció 43% entre 2002 y 2012, ajustado por inflación; en el mismo período, la economía chilena creció 58%.
Perú va en camino de crecer 6% en 2013, el índice más alto de Sudamérica, impulsado por inversiones en minas de oro, plata y cobre.
Las minas consumen cantidades enormes de agua para separar los minerales de la roca. Se necesitan 28 litros de agua para hacer 0,5 kilogramos de cobre en Chile. Después del proceso, el agua de algunas minas se torna tan tóxica que no puede volver a utilizarse. Las minas más grandes de Perú, como Conga, están en lo alto de los Andes, donde prácticamente no llueve de mayo a octubre.
En Chile, el mayor productor de cobre del mundo, hay grandes depósitos de cobre, oro y plata bajo el Desierto de Atacama, tan seco que en algunos lugares nunca llovió. Y una mayor demanda significa menos agua disponible.
El crecimiento de las poblaciones ha reducido más de un quinto la cantidad de agua utilizable por persona desde 1992 en Brasil, Chile y Perú, según la FAO.
Los gobiernos de América Latina confrontan el crecimiento económico de corto plazo con las necesidades futuras de agua, y las consecuencias pueden ser terribles. En Chile, la reserva de agua potable se halla en peligro debido a políticas previas que asignaron demasiada agua a empresas, dice la ministra de Obras Públicas, Loreto Silva.
El agua ya está agotándose en lugares como Copiapó, una ciudad de 158.000 habitantes en el Desierto de Atacama, 800 kilómetros al norte de Santiago, debido a la expansión minera y agrícola, dice.
“En algunas zonas del país, como Copiapó, tenemos una reducción o un agotamiento de los recursos”, dice Silva. “Si no tomamos decisiones hoy, en una década tendremos escasez de agua. Esto nos obliga a adoptar una visión estratégica a largo plazo en materia de agua”.
Los conflictos en Sudamérica son parte de una pelea mundial por el agua que se intensifica. Las ciudades, las fábricas y las granjas han reducido de tal manera el caudal de dos de los ríos más poderosos de la tierra –el Amarillo en China y el Colorado en EE.UU. y México– que rara vez llegan al mar, como lo hicieron durante millones de años.
Luis Cabrera, experto ambiental de la mina de oro peruana Yanacocha, de Newmont, dice que Conga no privará a Celendín ni a otros lugares de agua. Asegura que la empresa está construyendo un sistema de embalses y canales por US$65 millones para uso público, que abastecerá de agua abundante y más limpia a los pobladores.
“Creemos que tendrán más agua de la que tienen ahora”, dice.
En abril, el presidente peruano Ollanta Humala habló por televisión sobre las protestas de Conga. La expansión minera es fundamental para el futuro económico de Perú, dijo, y la mina Conga debería avanzar. “Nuestro gobierno es consciente de la importancia de la inversión minera para alcanzar el objetivo deseado de crecimiento con inclusión”, sostuvo Humala.
La manifestación de Celendín que dejó un saldo de cuatro muertos se había iniciado pacíficamente, pero creció en intensidad. Cuando algunos manifestantes arrojaron piedras a la policía, ésta respondió arrojando gases lacrimógenos a la multitud. Al quedarse sin gases lacrimógenos, los oficiales se retiraron y el comandante policial solicitó ayuda al jefe de una unidad del ejército, según una investigación de Human Rights Watch. Unos 90 minutos más tarde, los efectivos volvieron y abrieron fuego.
Marco Arana, ex sacerdote católico, dice que está mal moralmente –y debería estarlo penalmente– que el gobierno permita a los oficiales disparar y matar gente al azar.
En todo el mundo en desarrollo, los gobiernos optan por asignar agua al crecimiento económico, tomando, a veces, una decisión a corto plazo. “En materia de agua, debemos adoptar una visión a largo plazo”, dijo Silva, la ministra chilena de Obras Públicas.
http://www.ieco.clarin.com/economia/lucha-escenario-mineria-America-Sur_0_880112193.html
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