viernes, 27 de noviembre de 2015

Gracias changuito

Clarin.com Ciudades 25/10/15

Gracias changuito

Exploraciones.

Ariel Caravaggio acaravaggio@clarin.com

Este es. Al carrito "lo usás para levantar minas", le llegaron a decir al dueño.

Un kilo y medio de vacío, cuatro choris, un matambre de cerdo. No les pido que me imiten, ni siquiera que me acepten. Busco que me entiendan. Llevo un changuito porque lo necesitaba, porque me hacía falta. Y sí, lo grito a los cuatro vientos: me cambió la vida. O por lo menos los mandados.

Un kilo y medio de vacío. Cuatro choris, un matambre de cerdo. Una bolsa chica de carbón. Lo venía buscando desde hacía meses. En los bazares de José C. Paz no bajaban de $ 350 y eran floreados, a lunares, con un aire de Matilda. Matilda era la vecina de mi abuela que iba de voluntaria a la iglesia y nos cocinaba pizzellas (esas galletas italianas con forma de rejillas que Matilda traía y no dejaba de traer hasta que las odiabas). Con el changuito que vi en el mayorista de Once, fue amor a primera vista. Un kilo y medio de vacío.

Cuatro choris, un matambre de cerdo, una bolsa chica de carbón, un kilo de tomate perita y dos lechugas mantecosas.

–¿Los vendés minorista?

–¿A qué?– me dijo el barbudo que atendía el local sin levantar ni las cejas. Acaso era una suerte de ángel de los mandados y me advertía en mute las burlas y el bullying que vendrían.

–El changuito. El carrito para hacer los mandados. Ese marrón.

–Ciento ochenta.

Me lo llevé sin rodeos, traqueteando por las rajadas veredas de Larrea y Perón. En pocas cuadras, me sentí orgulloso. Descubrí los beneficios de la triple rueda, un productivo sistema que facilita el escalado de cordones sin tener que alzar el carro en cada esquina. Me quedaba un día largo por delante, y pensé en el poco oportuno viaje de vuelta en la hora pico del San Martín. Pero todavía tenía que ir al diario.

En la redacción no todo es, como el imaginario colectivo edifica: discusiones sobre el voto útil, Scioli, Macri, Tevez, Orión y Marty McFly. La simple presencia de un carrito para hacer los mandados puede levantar el debate más convocante de la semana. Aparentemente, para una exagerada cantidad de compañeros, comprar un chango para irse de tour por la carnicería, el chino, la verdulería y la panadería –en especial cuando el menú es hacer asado y los primeros comensales llegan pasadas las diez de la noche– es pecado. O no es de machos: avergüenza.

–Te quiero ver cruzando la estación de José C. Paz con el carrito– me amenazó un editor al que le esposa le hace las compras a menudo.

Un kilo y medio de vacío, cuatro choris, un matambre de cerdo, una bolsa chica de carbón, un kilo de tomate perita, dos lechugas mantecosas, cinco cervezas, dos cocas grandes, un fernet, un bidón de agua mineral.

A la estación de José C. Paz la crucé y también fui a lo de Marcela, la china del supermercado de la vuelta. Nadie dijo nada. Oscar, de la ferretería, me siguió la sombra de reojo, o acaso era mi sugestión. El verdulero, sí, me dedicó una sonrisa de costado, a la uruguaya. "Ahora vas a poder llevar todo de un tirón". Es que a veces, cuando compro las cosas para el asado, tengo que hacer dos viajes. Pero otras uso a la verdulería como posta de maratón. Marley o Guido Kaczka podrían fácilmente hacer un programa de hora y media, los miércoles a la noche: tenés que hacer los mandados con bolsas de nylon, de las que se rompen fácil, y llegar a tu casa en el menor tiempo posible.

Un kilo y medio de vacío, cuatro choris, un matambre de cerdo, una bolsa chica de carbón, un kilo de tomate perita, dos lechugas mantecosas, cinco cervezas, dos cocas grandes, un fernet, un bidón de agua mineral, una bolsa de rolitos. En el barrio también hay un hombre que usa un carrito parecido, que encima es violeta. Creo que tiene dos caniches. De repente me veo desde afuera, como en una sesión de regresión, como si fuera los ojos de Google Maps. Rastreo con la vista todos los changuitos de la zona. La mayoría son conducidos por señoras, aunque necesitan alineación y balanceo.

–Lo hacés para ganar minas– me llegó a decir un editor de fotografía que no hace los mandados: hace shopping por Internet y le "deliverean". ¿A quién puede gustarle un carro para hacer los mandados? ¿A la nieta de Lita de Lázzari?

Este finde cancelamos por las elecciones: cambiamos la juntada por familia, novia, guiso de lentejas. Pero el sábado que viene hay asado y ya no tengo los problemas de logística de antes.

Un kilo y medio de vacío, cuatro choris, un matambre de cerdo, una bolsa chica de carbón, un kilo de tomate perita, dos lechugas mantecosas. Cinco cervezas, dos cocas grandes, un fernet. Un bidón de agua mineral... una bolsa de rolitos... pan. Me olvidé del pan. Un kilo de pan. No sé si entra todo. Me parece que, más que changuito, lo que necesito es el auto de algún amigo.

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