miércoles, 10 de abril de 2013

Relaciones Internacionales

9 ABR 2013 00:00h – CLARIN

EN FOCO

Ahora es progre sacudir a Dilma y a Mujica

PorALCADIO OÑA
aona@clarin.com
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La frase que José Mujica, el presidente de Uruguay, les dedicó a Néstor y a Cristina Kirchner fue un arrebato que será difícil remontar. Pero sin llegar a un extremo semejante, cosas parecidas piensan en Brasil sobre los usos y costumbres del gobierno argentino: “La relación bilateral está seriamente herida”, dice un consultor que opera a los dos lados de la frontera.

Repercusión de ese clima dislocado es la seguidilla de decisiones adoptadas por empresas brasileñas. Con independencia de quien tenga razón en la pulseada, lo cierto es que la minera Vale decidió levantar una inversión en Mendoza calculada en US$ 5.900 millones y arrastró a la constructora Andrade Gutiérrez, encargada de instalar una terminal portuaria en Bahía Blanca para exportar el potasio que Vale iba a producir. Muy dependiente de la importación del mineral, esa era una apuesta estratégica de Brasil.

Aunque mucho más chica que Vale y Camargo, el mismo camino siguió Piazza, una empresa mediana con larga historia aquí en la fabricación de grifería adquirida por Duratex en 1995. Habían armado un proyecto que tropezó con varios obstáculos levantados por Guillermo Moreno: primero, les trabó importaciones necesarias para la línea de producción y, luego, cuando presentaron uno nuevo, la respuesta fue que no les garantizaba el abastecimiento de energía. Resultado: Piazza se limitará a la distribución.

Petrobras está en negociaciones con el empresario ultra kirchnerista Cristóbal López, aunque todavía subsisten dudas sobre cómo será y en qué terminará finalmente la operación. De cualquier manera, la petrolera también tantea la puerta de salida, mientras otras compañías del mismo origen replantean inversiones y achican balances.

El caso de la complementación automotriz, clave para las montadoras instaladas en la Argentina, es otro problema que se viene. Brasil ha lanzado un programa con metas muy rigurosas, que apunta a fortalecer a sus propias terminales. Acá se niegan a aceptar esas condiciones, pero el reloj ya empezó a correr.

En buena parte del espinel aparecen controversias por los costos, el tipo de cambio que se les reconoce a las divisas que llegan de afuera y el bloqueo a la transferencia de utilidades. El Gobierno nunca aceptó ninguna fórmula que amortiguase los desbalances.

Frente a un escenario complicado y reglas de juego que cambian todo el tiempo, los movimientos van corriéndose hacia Chile, Perú, Colombia y Uruguay. Dice un especialista: “Lo concreto es que, además del cierre de fuentes de trabajo, estamos perdiendo inversiones en momentos cuando no tenemos otras y menos de esa magnitud”.

La prueba evidente del estado en que cayó la relación con Brasil asoma en el paréntesis que Dilma Rousseff impuso al encuentro con Cristina Kirchner, en El Calafate. Claramente, la presidenta brasileña piensa que, tal cual marchan las cosas, la cumbre carece de sentido. Y eso que en algún momento se las consideró amigas.

Así se entiende el sentimiento que impera al otro lado de la frontera, aunque nadie llegue al exabrupto de Mujica.

Obviamente con la venia de Cristina, Moreno está haciendo una contribución enorme al enfriamiento de la relación bilateral. Brasil experimenta como ninguno el cerco que el secretario de Comercio montó alrededor de las importaciones.

El año pasado, sus ventas a la Argentina cayeron un 18% o 3.900 millones de dólares y bajan 10% en lo que va de 2013.

Aquí salta, limpito, un contraste que se mide en plata y actividad productiva. Según el INDEC, en 2012, las importaciones totales del país bajaron el 7% o US$ 5.423 millones. Las provenientes de Europa, tomadas en bloque, retrocedieron 8% y las de China, apenas 6%.

Nada casual, entonces, que Antonio Patriota, el canciller brasileño, reclame por un trato tan desigual y hasta diga que existe un desvío del comercio en perjuicio de su país. Está reflejando el descontento y las presiones, entre otras, de las grandes centrales industriales paulistas.

Con los mismos números en la mano, Uruguay también tiene motivos para levantar la voz.

Contra la caída total promedio del 7%, las importaciones que vienen desde allí bajaron 10% según el INDEC, o 15%, de acuerdo con estimaciones privadas. Encima, muchos de los coletazos sacuden a empresas pequeñas y medianas y ponen en un brete al gobierno. Después de cierta buena onda con Cristina, todo explica el hastío de Mujica y, también, que piense en Brasil como un socio mucho más confiable o quiera explorar alianzas por fuera del Mercosur.

¿Alguien puede creer que están se sustituyendo importaciones, cuando faltan repuestos e insumos esenciales? Son salidas de apuro, sencillamente.

Es evidente que los dólares escasean, pero ¿no existe otra forma de cuidarlos queapretando a los vecinos y a gobiernos que alguna vez fueron considerados del mismo palo? Se ve, a veces el progresismo sólo da para el relato.

O, como dice alguien que pasó por este gobierno: “Con los problemas nunca resueltos próximos a las narices, ahora el largo plazo apenas se estira hasta las elecciones. Y siempre terminan enojándose con la realidad ”.

Por esas cosas del kirchnerismo, Moreno administra importaciones, exportaciones y tipo de cambio, congela los precios y anda a los empujones con los industriales. Más aún: en los hechos y de la peor manera, maneja resortes que invaden la política exterior.

Superministro de Economía y Canciller a la vez, expresa hacia adentro y hacia afuera improvisaciones e inconsistencias de la gestión oficial. La Argentina choca con los vecinos y le han paralizado programas de cooperación con Japón y varios países europeos. Así, todos los caminos conducen al aislamiento.

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