Los drones se vuelven contra Obama

POR GUSTAVO SIERRA-Clarin

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• Delgada línea roja

10/02/13

Son el nuevo símbolo del poderío militar estadounidense. Los drones, esos pequeños aviones no tripulados capaces de lanzar misiles con precisión, se convirtieron en la marca de la política de Defensa de la Administración Obama. Hasta ahora, la Casa Blanca y el Pentágono habían logrado que se hablara muy poco sobre estas máquinas de guerra. Pero las audiencias en el Senado para la confirmación de John Brennan como jefe de la CIA lograron colocar a estas pequeñas naves en el primer plano.

Ahora sabemos que Estados Unidos tiene un arsenal de unos 8.000 drones y que están repartidos en bases alrededor del mundo. Sus vuelos y el lanzamiento de los misiles son dirigidos por pilotos que los operan a control remoto desde bases dentro de Estados Unidos. El New York Times reveló que hay una flotilla en un aeropuerto del desierto en Arabia Saudita para atacar blancos en Yemen y otros países del Golfo Pérsico. También se supo de un documento secreto en el que Obama autorizó a matar con los drones a cualquier persona que constituya un peligro para la seguridad del país, incluso si es ciudadano estadounidense.

Y ya hubo un caso letal de este tipo contra el clérigo musulmán Anwar al Awlaki, nacido en Nuevo México y convertido en miliciano de la red terrorista Al Qaeda. De acuerdo a organizaciones de derechos humanos, hubo en los últimos cinco años 349 ataques de drones en Pakistán y otros 61 en Yemen. Esto provocó la muerte de entre 1.953 y 3.279 personas en la frontera afgano-paquistaní y 800 en Yemen.

Los drones tienen la incomparable ventaja de que no ponen soldados en riesgo y que los misiles tienen mayor precisión que las bombas lanzadas desde aviones.

Pero no dejan de provocar “daños colaterales”.

Entre un 18% y un 23% de los muertos por estos ataques eran inocentes.

Y tiene otra arista muy peligrosa. Los drones ya no son exclusividad estadounidense. Los fabrican o poseen otros 70 países. Y podrían caer en manos terroristas. Esto, sin contar los infinitos modelos caseros, capaces de transportar una bomba hasta la puerta misma de la Casa Blanca.