jueves, 21 de febrero de 2013

El acuerdo de precios y sus muy incómodos antecedentes

POR CARLOS ZAFFORE PRESIDENTE FUNDACION DESARROLLO Y SOCIEDAD

19/02/13 – Clarin

El reciente “Acuerdo” de precios por sesenta días con supermercados y cadenas de electrodomésticos tiene antecedentes de fracaso. Y tiene, como han advertido dirigentes sindicales y personalidades como Roberto Lavagna, una finalidad oculta: forzar acuerdos salariales por debajo de la inflación. El día 61, ya se sabe, la inflación renacerá como el Ave Fénix.

No es necesario saber leer la mente para ver la intención real del gobierno. Diez días antes la Presidenta había recomendado a los consumidores “usar su poder” y no comprarle a los que tienen precios altos, y agregó: “Está demostrado por la historia que obligar y acordar no sirve”. Fue clara, usó el verbo acordar.

Sabe que no sirve, lo hace para algo que no quiere confesar: frenar aumentos salariales.

Es un mal camino y es de desear que el gobierno, carente de una política de ataque a la inflación y en un año electoral, si no lo abandona, al menos no lo exceda, no amplíe el plazo ni avance en controles con consecuencias de desabastecimiento y luego salida caótica propia de estos artificios.

Mi perspectiva no es neoliberal y en circunstancias excepcionales aceptaría algún tipo de control. Pero no en las de hoy, y el punto es cómo se sale. Cabe esperar que no se salga como hizo el ministro de María Estela Martínez de Perón, Celestino Rodrigo, mencionado estos días por varios dirigentes.

Rodrigo salió con un ajuste salvaje que incluyó una mega devaluación y un fuerte aumento de tarifas sin ninguna medida de contrapeso. La consecuencia fue la primera hiperinflación del país y el primer paro en un gobierno peronista.

La historia, como dijo la Presidenta, es aleccionadora. El caso más notable es el de Martínez de Hoz. Ya la Presidenta con su “cepo” cambiario se acercó al Martínez de Hoz de la “tablita” cambiaria. Ahora suma otra semejanza.

En 1977 el Ministro de Videla estableció una “tregua” de precios por 120 días y “los empresarios tenían que deponer sus pretensiones alcistas”. Fracasó, al día 121 la inflación volvió a dispararse.

Alfonsín, exitoso en restablecer la democracia, fracasó en este campo. Después de un año de conducción económica poco profesional designó ministro a Juan Vital Sourrouille, se anunció el Plan Austral y se estableció un régimen de congelamiento de tarifas y control de precios. Luego de una breve mejoría, la situación se fue complicando y desembocó en la hiperinflación.

Con Menem y el Plan de Convertibilidad del ministro Domingo Cavallo los precios eran libres pero se los congeló por vía indirecta: restricción monetaria y sobreoferta por importaciones. Logró mantenerse diez años pero con consecuencias de desindustrialización y pobreza, hasta que en el gobierno de De la Rúa, que lo continuó, generó el estallido social del 2001.

Esos hechos muestran los alcances del acuerdo de precios, el cual debería sustituirse por una política que ataque la inflación en sus causas.

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