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- 03/12/15
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Me encanta viajar. Una vuelta fui con un grupo de arquitectos y diseñadores a la Feria del Mueble de Milán. El tour incluía unos días en Holanda ... ¡Qué país! Sobre todo para amantes de las artes y el diseño. Allí, quizás por la necesidad de tener que ganarle territorio al agua, es que se cocinaron las ideas más vanguardistas del último siglo y especialmente de las últimas décadas. De allí salieron Rembrandt, Vermeer, El Bosco, Van Gogh y Mondrian. Y también arquitectos como Berlage, Aldo Van Eyck y Rem Koolhaas. Luego de recorrer Amsterdam, con sus calles de fachadas ladrilleras y canales llenas de encanto y bicicletas, decidimos partir para Rotterdam y Utrech.
Rotterdam es la capital de la vanguardia contemporánea y en Utrech está la famosa casa Schroeder del arquitecto neoplasticista Gerrit Rietveld. Excitados como chicos en viaje de fin de curso, subimos al tren. Una rubia alta, bien holandesa, se nos arrimó y señaló un cartelito. Estábamos en el piso superior de un tren de dos pisos, y el cartelito indicaba que estaba reservado para viajar en silencio. Lo que se ve en ese trayecto de viaje es de lo más increíble. Es como hojear revistas de arquitectura. Los edificios, muchos de las cuales había visto sus fotos en papel ilustración en las revistas especializadas (o acaso tenía la sensación de haberlos visto) se alternaban pasando rápidamente por mi ventana y por la ventana de mi vecino del otro lado. Una densidad de excelente arquitectura en la campiña, verdaderamente envidiable. Y además salpicada por los coloridos paisajes de tulipanes.
Berto González Montaner
bmontaner@clarin.com
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