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- Opinión
- 06/12/15
Cómo sería la vida sin ellos? ¿Cómo se reflejaría el mundo, nuestro país, sin los artistas? La razón o la locura dicen que las paredes quedarían desoladas, el silencio se volvería inexpresivo, la realidad sería un escenario vacío. Sin importar el ideal de belleza que cada uno lleva en su cerebro, la existencia no sería igual sin la mirada y el gesto intensos de Norma Aleandro, sin los dibujos atormentados de Carlos Alonso, sin los acordes insurrectos de Astor Piazzolla, sin las sugerentes fotos de Pedro Luis Raota, sin la forma en que el Polaco Goyeneche canta-dice: “Primero hay que saber sufrir / después amar ...”
Cada una de las personas que crearon o están creando algo que no estaba allí antes, que gastaron sus días en el espléndido, inalcanzable y aun así valioso sueño de la perfección, merecen una parcela de eternidad que tiene que ver menos con la fama que con otra cosa de la que, de una forma u otra, todos intentan escapar: el olvido.
Da miedo pensar en todas las escenas, paisajes, rostros, sentimientos y hechos que habríamos perdido si estos hombres y mujeres no los hubiesen registrado con su mirada feroz o bondadosa, atormentada o feliz, una mirada que a su vez invita a otro acto poderoso e ilimitado que propone todo arte: a imaginar.
Ya no hablemos del mundo. El dibujo de Argentina sería incompleto sin ellos. Sin la pasión, la locura y el fervor de los artistas, la historia de este país -nuestra propia historia, en definitiva- no tendría relieves.
Sería apenas una historia más pobre, menos interesante. Menos nuestra.
Juan Bedoian
jbedoian@clarin.com
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