POR VÍCTOR BEKER ECONOMISTA. EX DIRECTOR DE ESTADISTICAS ECONOMICAS DEL INDEC. PROFESOR DE LA UNIV. DE BELGRANO Y DE LA UBA
27/05/13 Clarin
Según los historiadores económicos, el primer control de precios se implantó hace casi 4.000 años en Babilonia.
El Código de Hammurabi -dictado en 1760 a.c.- contenía numerosas normas sobre precios y salarios.
En el año 301 d.c. el emperador Dioclesiano promulgó un Edicto sobre Precios Máximos que abarcaba 1.300 productos.
El emperador enfrentaba un problema parecido al que aqueja hoy al gobierno nacional.
El emperador procedía a reducir el contenido metálico de la moneda con la finalidad de hacerse de efectivo con el que pagar a los soldados y funcionarios.
Al disminuir el valor de la moneda, aumentaban los precios. El Edicto establecía la pena capital contra los especuladores, a los que culpaba de la inflación. El escritor Lactancio, que denunció al emperador por la inflación, relató los derramamientos de sangre provocados por los precios.
Más cercano a nuestros tiempos, apenas asumido, Hitler creó el 5 de noviembre de 1934 el Comisariado del Control de Precios. Las Juventudes Hitlerianas se ocuparon de aplicarlo con especial saña a los comerciantes judíos, considerados genéricamente especuladores. Sin embargo, en materia de precios, su resultado no fue demasiado exitoso, lo cual fue explicado por Hermann Goering, cuando fue juzgado en Nüremberg: “Si intentan controlar precios y jornales, es decir el trabajo del pueblo, deberán controlar la vida de las personas y ningún país puede intentarlo a medias. Yo lo hice y fracasé”. Es decir que se requiere un nivel de control social aún mayor al impuesto por la Alemania nazi.
En 2003, Hugo Chávez estableció un control de precios para la canasta básica que se ha mantenido con distintas variaciones a lo largo de estos 10 años. Según el Banco Central de Venezuela, en abril el desabastecimiento se ubicó en el 21,3%, mientras que la inflación acumulada en el primer cuatrimestre de 2013 llegó al 12,5% y la anualizada al 29,4% -el INDEC aún no asesora al BCV.
La ¨crisis del papel higiénico¨ es tan sólo un episodio en la larga lista de faltantes que van desde la leche y la harina hasta el aceite y el jabón. Ello, pese a las millonarias multas aplicadas por el Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios.
Llama la atención que se anuncie ahora en Argentina un despliegue militante contra los aumentos de precios cuando, según el INDEC, la canasta básica de consumo creció apenas un 2,4% desde diciembre último.
Según el relato oficial, la canasta que aumenta es la de los que consumen en Puerto Madero. ¿Será éste el destino de la campaña habida cuenta que lo más conspicuo de la militancia suele tener sus comidas en ese barrio porteño? Hablando en serio, si quieren realmente combatir la inflación deberían ir a parar las rotativas de la Casa de la Moneda. Parafraseando a un connotado dirigente sindical: ¡Paren de emitir!.
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