jueves, 18 de febrero de 2016

INDEC

Lo peor: un INDEC sospechado

Del editor al lector

La política K (mejor dicho los políticos kirchneristas) bajo la conducción caprichosa de Cristina, creyó que podía desafiar eternamente las leyes de la economía. Hoy surge el riesgo contrario, tantas veces sufrido en el país: que la economía (mejor dicho los economistas congregados por el macrismo) crea que puede ignorar e imponerse sobre las leyes de la política. El reemplazo de Graciela Bevacqua en el INDEC tiene más que ver con la política que con la economía. Bevacqua es una profesional idónea y de esas cualidades son muy pocos los que con honestidad descreen. Pero la idoneidad profesional para que el país pueda volver a tener estadísticas confiables pertenece al ámbito de la economía y el tiempo para tenerlas listas corresponde al ámbito de la política.
El arte es encontrar la intersección de una estadística eficiente con las necesidades políticas del gobierno de turno.
El hecho de que Guillermo Moreno, por vocación y por orden de Néstor y Cristina, las destruyera es cierto pero es algo que ya corresponde al pasado. Bevacqua argumenta que es tal la destrucción de fuentes fiables, de las que antes disponía el INDEC, que sería imposible tener un nuevo índice con la celeridad que el gobierno requiere. En el seno del Gobierno se entendió que en esto manda inequívocamente la política. Lo urgente se impone a lo perfecto y es lo que ha ocurrido. Bevacqua defendía con intransigencia la necesidad de tomarse un tiempo. Jorge Todesca, su jefe, con más veteranía política entendió esa urgencia, que surgía de la propia Presidencia, según se afirma. Bevacqua lo ilustró: “Moreno me apretó de frente”. Es decir que ahora la apretaron también, pero de otra manera.
La aceleración de los precios aceleró los tiempos. Y sobre todo la decisión de un sector de la oposición -Sergio Massa, Stolbizer, el socialismo- de revivir la estrategia que usaron durante el kirchnerismo: el índice Congreso.
La inevitable transición económica comandada por Macri tiene costos desconocidos, aunque uno de ellos necesita ser conocido y ser confiable lo más pronto posible: el índice de precios es la señal principal para las expectativas. La peor señal es no tenerla y peor aún, que haya un guiso de varias. El índice de la Ciudad dice 4,1 en enero, el del Congreso, 3,6. Macri no tiene su índice, cuando más lo necesita.
La tarea del gobierno se complica sin el índice oficial y se puede complicar más si no es lo suficientemente creíble, lo que desde ya hay que dar por descontado que dirá e insistirá el kirchnerismo, siempre tan activo para olvidar su historia.
Lo peor será que la estadística del INDEC siga bajo sospecha.

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