domingo, 13 de diciembre de 2015

La última foto de El Tano

La última foto de El Tano



"Ahora que de casi todo hace ya veinte años”. La evocación de la cita de Jaime Gil de Biedma fue disparada por la noticia, unas semanas atrás, de la muerte de Eduardo Forte, El Tano, como lo conocía todo el mundo en su mundo, el de la fotografía. Yo era escandalosamente joven- de eso me doy cuenta ahora- cuando arranqué en el periodismo, en Editorial Atlántida, y El Tano era por entonces jefe del Departamento fotográfico. Para siempre quedarán asociados en mi memoria el olor de los líquidos de revelado y mis primeros pasos en la profesión que elegí a los diez años, de una vez y para siempre. Y cuando, por el motivo que sea, la mente vuelve a aquella época, nítida, perfecta, como si el tiempo no hubiera pasado, aparece su imagen, de traje beige y camisa celeste, simpático, buenmocísimo e impecable, sentado a su escritorio, abriendo los brazos y saludando con un,”¿qué hacés, Silvita?”, mientras me señalaba a mi ocasional compañero de ruta en la nota o el viaje de trabajo que estaba por emprender.
Muchacho de barrio, grandote, bonachón y entrañable, de risa franca y estentórea, junto al Tano, por ese rincón del viejo edificio de la calle Azopardo, deambulaban otras glorias de la fotografía como Legarreta, los Alfieri padre e hijo, el Zoilo Horovitz, muerto demasiado antes de tiempo, y tantos otros junto a los cuales fui aprendiendo los rudimentos de este oficio que sigo amando como el primer día. Fue por todo eso, tal vez, que sentí que junto con El Tano partía también un pedacito de mi propia historia.
Silvia Fesquet
sfesquet@clarin.com

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