jueves, 26 de junio de 2014

Por una universidad con más inclusión social

Tribuna. Nuestra educación superior excluye a los sectores más humildes y, además, tiene baja matriculación en las carreras científico-técnicas. Para corregir ambas deficiencias se deben aplicar programas de becas y estímulos. Uruguay brinda un modelo de política de Estado en la dirección correcta.

Por una universidad con más inclusión social

Por una universidad con más inclusión social

Alieto Aldo Guadagni Academia Nacional De Educación. Director Del Centro De Educación Argentina De La Universidad De Belgrano

  • A pesar de la gratuidad de nuestra Universidad pública son pocos los estudiantes que provienen de hogares humildes, ya que las evidencias indican que predominan los niveles socioeconómicos medios y altos. Al mismo tiempo es preocupante observar que nuestra matrícula universitaria aún está anclada en el pasado, ya que no se han expandido las carreras científicas y tecnológicas, que son los pilares del crecimiento económico en el competitivo mundo globalizado del siglo XXI.

    Si pretendemos avanzar por el sendero de la igualdad de oportunidades es conveniente prestar atención a lo que viene haciendo desde 20 años Uruguay, donde el Fondo de Solidaridad Universitaria (FSU) administra el sistema de becas. El FSU fue creado en 1994, durante la presidencia de Lacalle, desde entonces financia becas para estudiantes de la Universidad de la República (UDELAR) y del nivel terciario del Consejo de Educación Técnico Profesional (CETP). En el 2001, durante la presidencia de Batlle, fue reformulado por otra ley. Ambas leyes fueron votadas por unanimidad del Senado y por la gran mayoría de los representantes, aplicando así una ejemplar política de Estado.

    Este sistema está basado en el concepto de solidaridad intergeneracional, mediante el cual un profesional egresado de las gratuitas UDELAR o CETP, debe realizar contribuciones al FSU a los efectos de financiar becas para estudiantes de bajos recursos.

    El aporte de los egresados al FSU es obligatorio y anual. Se comienza a aportar a partir del quinto año de aprobada la última materia de la carrera, siempre que se perciban ingresos mayores al mínimo no imponible y hasta completar 25 años de aportes o hasta el cese por jubilación. El monto del aporte anual dependerá de la duración de las carreras, para una carrera entre 4 y 5 años de duración el aporte anual equivale a 120 dólares. En cuanto a las becas, estas son de hasta $5.638 pesos uruguayos (US$ 245) por mes, renovables anualmente si se cumplen los requisitos de aprobación de materias.

    Estas becas están destinadas a estudiantes que provienen de hogares que no cuentan con medios suficientes para apoyarlos económicamente durante su carrera, y no existen restricciones cuando recién ingresan.

    Para poder renovar la beca se exigen resultados académicos positivos, ya que es requisito haber aprobado el 60 por ciento de las materias del año cursado.

    Los resultados del FSU han sido significativos, ya que nada menos que el 18 por ciento de los que hoy egresan de la UDELAR son becarios; además, esta cifra crece año a año. Se estima que en pocos años nada menos que un egresado universitario de cada cinco habrá sido becario del FSU. En el 2013 fueron becados casi 7000 estudiantes, una cifra que representa 8 becarios cada 100 estudiantes matriculados.

    Como se observa, los becarios registran mayores índices de graduación que los estudiantes que no están becados, lo cual pone en evidencia la eficacia del FSU. Los contribuyentes al FSU son ya alrededor de 100.000 graduados, un 15 % son abogados y escribanos, 14´% médicos, 10 % Contadores, 5 % Psicólogos, 5 % Arquitectos y 4 % Agrónomos. La recaudación del FSU, correspondiente al 2013, fue de 31,2 millones de dólares.

    Si nosotros implantáramos un régimen solidario como el uruguayo,podríamos llegar a becar anualmente 100.000 estudiantes de origen humilde.

    Además, si se concentraran estas becas en las carreras científicas y tecnológicas esto permitiría triplicar la actual graduación anual en Ciencias Aplicadas y Ciencias Básicas.

    Una iniciativa como esta mejoraría sustancialmente el nivel de inclusión social de nuestra Universidad, además incrementaría la graduación en las carreras estratégicas para nuestro desarrollo.

    La igualdad de oportunidades no se logra con discursos superficiales, ya que se requieren medidas efectivas y la adopción del FSU es una de ellas.

    Esperemos que las fuerzas políticas sean capaces de consensuar iniciativas que, como esta, apunten con eficacia no solo a una Universidad más inclusiva sino también orientada al futuro.

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