Promesas del nuevo año
Pasiones argentinas.Juan Bedoian
Si la guadaña que pasa silenciosa a fin de año no alcanzó a rozarte ni un pelo y pudiste brindar amorosamente por los que están y por los que ya no están, aquí está a tu disposición el nuevo tiempo. Aunque sigamos persuadidos de que hay un hilo continuo que recorre todas las cosas y en él están enhebrados todos los mundos, los hechos y la vida, la promesa de lo desconocido -los días que vienen- sigue latente y nos salva del vacío. Si crees en esa promesa, en ese salto de un tiempo a otro distinto, puedes imaginar, por segundos, algunas pequeñas y grandes cosas que te esperan: el aroma de los árboles, la celebración de la amistad, la felicidad doméstica, la copa de vino. Nadie discutirá que seguimos hoy en este perro mundo con gente inundada, hambreada, fugitiva. Lobos contra lobos. Pero el calendario propicia cada año ese tránsito ciertamente utópico hacia un planeta que querríamos diáfano, limpio de malos recuerdos y pecados. Si aún conservas esa aspiración, ese fervor que no cesa sin importar la edad que tengas, quizás la rutina se convierta en maravilla por momentos, las estaciones tengan segundos luminosos y el absurdo se disipe por instantes.
Los “idus” -decían los romanos- son los días de buenos augurios. Acaso enero tiene esos días: entramos al nuevo ciclo como transeúntes que miran para atrás, al largo hilo de la memoria, pero marchan hacia adelante impulsados por el deseo. Si en este azaroso y renovado transcurso el origen y el destino caminan juntos, ambos pueden reflejar el tamaño de tu esperanza.
Juan BedoianLos “idus” -decían los romanos- son los días de buenos augurios. Acaso enero tiene esos días: entramos al nuevo ciclo como transeúntes que miran para atrás, al largo hilo de la memoria, pero marchan hacia adelante impulsados por el deseo. Si en este azaroso y renovado transcurso el origen y el destino caminan juntos, ambos pueden reflejar el tamaño de tu esperanza.
jbedoian@clarin.com
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