La idiotez triunfa demasiado seguido
Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo, no estoy muy seguro”. La frase, justamente célebre, pertenece a Albert Einstein. Por su parte, el gran escritor Gustave Flaubert siempre estuvo fascinado por la tontería, quizá porque se le antojaba más misteriosa que la inteligencia. Tanto, que escribió su deslumbrante obra “Bouvard y Pécuchet”, cuyos protagonistas son dos imbéciles completamente razonables que malviven aplicando el más común de los sentidos con los más desastrosos resultados.
El así llamado “mundo del entretenimiento”, que ha encontrado en Internet una de sus tierras más fértiles, resulta tan entretenido como ver hoy una película de Luis Sandrini o de Doris Day, paradigmas del entretenimiento supremo en otras épocas.
El caso es más grave ahora porque una gran cantidad de noticias se incluyen o se interpretan como material informativo. Así, en el portal de una web de noticias puede aparecer la foto de una bestia del Estado Islámico a punto de degollar a un infortunado en curiosísima vecindad con Pampita posando con sus posaderas a cámara, diciendo nada mientras la nota especula sobre sus pasados y/o futuros amoríos.
La semana que pasó unas botas que el senador Marco Rubio –uno de los candidatos republicanos a la Casa Blanca– llevaron al paroxismo de la pelotudez la discusión política en Estados Unidos.
Un periodista del “New York Times” llamó la atención en un tuit sobre el brillo de esas botas. El senador Ted Cruz –otro candidato serio a la Presidencia– especuló con que ese calzado le parecía fabricado en Italia.
La revista Vanity Fair arriesgó con que se trataba de zapatos de lujo y le calculó unos 995 dólares. Al senador Rand Paul –también en carrera– no se le ocurrió mejor idea que grabar un video en el que aparece con un rutilante calzado dorado y negro para “no ser menos” que Marco Rubio.
En cuanto al más mediático de todos, el multimillonario Donald Trump, también consideró necesario terciar en la discusión, afirmando que él no necesitaba de tacos que lo hicieran más alto, como era el caso de Rubio, ya que roza el metro noventa.
Lo serio es que algunos de los protagonistas de esta aguda polémica puede llegar a presidir el país más poderoso del mundo y tener la última palabra sobre el botón nuclear, cosa que se agrava si se piensa que del otro lado está el karateca Putin.
Consultado sobre el tema, Marco Rubio se zambulló en la sensatez, aclarando que las botas salían 100 dólares y calificando a la reyerta mediática como “una locura”.
Entre nosotros se conoció por estos días, y siempre vía Web, un presunto manual K denominado “Técnicas de resistencia activa-micromilitancia”, que parece urdido por los libretistas de Capussotto.
En él se recomienda, por ejemplo, comprar un ejemplar del diario kirchnerista “Página 12” y dejarlo olvidado en un bar o en un colectivo para su mayor difusión. O pedir en los bares amablemente que cambien de canal cuando el televisor está sintonizado TN o El Trece.
Quizá siguiendo al pie de la letra tamañas y tan sutiles estrategias, el viernes volvió a intentar reocupar su despacho en la disuelta Afsca (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual), el defenestrado censor y perseguidor de medios y de periodistas Martín Sabbatella. Lo hizo portando dos talismanes: un busto de Néstor Kirchner y una foto grandota de él junto a la ex Presidenta.
El así llamado “mundo del entretenimiento”, que ha encontrado en Internet una de sus tierras más fértiles, resulta tan entretenido como ver hoy una película de Luis Sandrini o de Doris Day, paradigmas del entretenimiento supremo en otras épocas.
El caso es más grave ahora porque una gran cantidad de noticias se incluyen o se interpretan como material informativo. Así, en el portal de una web de noticias puede aparecer la foto de una bestia del Estado Islámico a punto de degollar a un infortunado en curiosísima vecindad con Pampita posando con sus posaderas a cámara, diciendo nada mientras la nota especula sobre sus pasados y/o futuros amoríos.
La semana que pasó unas botas que el senador Marco Rubio –uno de los candidatos republicanos a la Casa Blanca– llevaron al paroxismo de la pelotudez la discusión política en Estados Unidos.
Un periodista del “New York Times” llamó la atención en un tuit sobre el brillo de esas botas. El senador Ted Cruz –otro candidato serio a la Presidencia– especuló con que ese calzado le parecía fabricado en Italia.
La revista Vanity Fair arriesgó con que se trataba de zapatos de lujo y le calculó unos 995 dólares. Al senador Rand Paul –también en carrera– no se le ocurrió mejor idea que grabar un video en el que aparece con un rutilante calzado dorado y negro para “no ser menos” que Marco Rubio.
En cuanto al más mediático de todos, el multimillonario Donald Trump, también consideró necesario terciar en la discusión, afirmando que él no necesitaba de tacos que lo hicieran más alto, como era el caso de Rubio, ya que roza el metro noventa.
Lo serio es que algunos de los protagonistas de esta aguda polémica puede llegar a presidir el país más poderoso del mundo y tener la última palabra sobre el botón nuclear, cosa que se agrava si se piensa que del otro lado está el karateca Putin.
Consultado sobre el tema, Marco Rubio se zambulló en la sensatez, aclarando que las botas salían 100 dólares y calificando a la reyerta mediática como “una locura”.
Entre nosotros se conoció por estos días, y siempre vía Web, un presunto manual K denominado “Técnicas de resistencia activa-micromilitancia”, que parece urdido por los libretistas de Capussotto.
En él se recomienda, por ejemplo, comprar un ejemplar del diario kirchnerista “Página 12” y dejarlo olvidado en un bar o en un colectivo para su mayor difusión. O pedir en los bares amablemente que cambien de canal cuando el televisor está sintonizado TN o El Trece.
Quizá siguiendo al pie de la letra tamañas y tan sutiles estrategias, el viernes volvió a intentar reocupar su despacho en la disuelta Afsca (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual), el defenestrado censor y perseguidor de medios y de periodistas Martín Sabbatella. Lo hizo portando dos talismanes: un busto de Néstor Kirchner y una foto grandota de él junto a la ex Presidenta.
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