Clarin.com Opinión 14/10/15
Cristóbal Reinoso (Crist), pasiones argentinas
Vivíamos al lado de la casa de don Salinas, era una casa chorizo y en el fondo nos separaba un alambrado repleto de campanillas azules. Al pasar por allí, don Salinas me alentaba que siguiera dibujando en la pared del fondo donde despuntaba mi temprana vocación.
En las noches de verano salíamos con unas sillas a la vereda, a veces con un porrón de cerveza, lo mismo hacía don Salinas con una reposera de lona verde a rayas. Había un silencio natural, sólo matizado con el canto de los grillos y el croar de las ranas. Arriba, la Luna corría entre las nubes y el vaivén de los álamos. Una carraspera congénita a modo de introducción anunciaba sus monólogos.
Hablaba mirando a la oscuridad, contando su vida en San Luis donde había nacido o mencionaba Carcarañá, donde vivía su hija del alma. Tenía una memoria prodigiosa que lo hacía recordar nombres y lugares con mucha precisión. No hablaba como la gente del barrio. Hacía pausas, acentuaba partes del relato, tenía una habilidad innata para mantenernos pendientes hasta el final. Nos contó que había sido periodista en su juventud. A veces mechaba alguna cita que nos aclaraba, dada la rusticidad de la audiencia.
A la distancia creo que en esas noches de calor provinciano, don Salinas escribía para nosotros, nos dedicaba su columna diaria, por supuesto que siempre le agradeceré sus relatos.
Estoy seguro que él me acercó mucho más a la lectura que todas las maestras de la escuela Falucho, número 18, de Santa Fe.
Cristóbal Reinoso (Crist) cristdibujos@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario