- Clarin.com
- Opinión
- 23/11/15
Debate.Julio Bárbaro
HORACIO CARDO
La historia genera tendencias, vientos que arrastran las agobiantes nubes del fracaso. La diferencia entre lo permanente y lo pasajero es enorme, claro que los amantes de lo momentáneo engendran su propia ceguera para ignorar la brevedad de su vigencia. En la vida se puede transitar la ancha ruta de lo circunstancial o el escarpado sendero de lo trascendente. Hay un único juez y es el tiempo.
En nuestra juventud el marxismo y la violencia avanzaban: la URSS, China, Cuba, Vietnam. Pero todo eso tenía fecha de vencimiento. La religión y la libertad retrocedían apabulladas por la razón en su versión autoritaria y marxista. Aquello que parecía definitivo apenas duró unas décadas y sembró más muerte y miserias que los regímenes conservadores a los que intentó sustituir. Finalizó aplastado por el muro que habían construido para separarse del peligro que implicaba la simple realidad.
El peronismo fue un proceso de integración social, y eso lo convirtió en trascendente, como lo había sido antes el radicalismo. Menem y los Kirchner usurparon la memoria de aquel pasado para intentar instalar simples sistemas de poder, nuevos grupos de integrantes para la clase dominante. El número de pobres es discutible, la riqueza de los burócratas está fuera de toda discusión. Esos presidentes quedaron más cerca del alcance de la justicia que de la memoria popular por sus dudosos aportes. Ambos integran la enfermedad que desde el poder se puede gestar en la coyuntura, malestar que el mismo abandono del gobierno suele curar. Menem fue más frívolo, los Kirchner más pretenciosos, ambos soñaron con superar al peronismo, tarea tan posible como necesaria, pero superar es ser capaz de lograr una síntesis, de estar por encima de las circunstancias. Exige talento y humildad, y una cuota de sabiduría. Nada de eso aportaron los ocupantes de las dos últimas décadas, salvo deformación de la esencia de la democracia al intentar eternizarse en el cargo.
Hace tiempo insisto en que el kirchnerismo es un mal pasajero, ahora creo que mi teoría está más cerca de convertirse en realidad. Aparecen ya la vanguardia de los oportunistas cambiando de bando, y la retaguardia de los fanáticos desubicados emitiendo sonidos guturales. El kirchnerismo fue una nueva enfermedad del poder, tan pasajera como sus circunstanciales habitantes. Ha sido derrotado, con él termina la deformación del pasado, la usurpación de los derechos humanos, de la concepción nacional y popular y del mismo peronismo. Termina el uso indiscriminado del odio y del miedo para ocultar la corrupción.
Viene un gobierno sin tantas pretensiones, un gobierno que intenta hacer, un centro derecha en serio que sustituye a un centro izquierda tan falsa como corrupto. Vuelve la democracia entre adversarios, se retira la peor pesadilla que nos tocó vivir, autoritarismo y corrupción con pretensiones revolucionarias, nada peor que eso. Ganó la derecha asumida y creyente en sus virtudes, se retiran los usurpadores del peronismo, los derechos humanos y la dignidad del pasado.
El objetivo de Mauricio Macri es convocar a la unidad nacional, dialogar con los vencidos, instalar la grandeza de la política en el lugar que ocupo la pequeñez del sectarismo. Tiene la oportunidad de trascender, la sociedad de colaborar en encontrar un lugar que nos saque de la frustración. Necesitamos la cordura que tanto extrañamos estos años, la sensatez que nos faltó. No soy del partido vencedor, pero siento que es la hora en que el sentido común pueda derrotar a la demencia. Agradezcamos el resultado electoral, nos lo merecemos.
Julio Bárbaro
Referente histórico del peronismo
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