jueves, 26 de marzo de 2015

Los estudiantes del norte del país aprenden menos que los demás

Educación. Evaluación de los 280.000 alumnos que cursan el último año de la secundaria.Surge del último Operativo Nacional de Evaluación, al que accedió Clarín. Muestra un estancamiento con respecto a 2010. Los peores resultados, en Matemática y Naturales.

Desigualdad. Los estudiantes con mejores resultados están en Río Negro, Santa Fe y La Pampa. Si bien la Capital estaría primera en Matemática, habría tenido un deterioro en Lengua.

Desigualdad. Los estudiantes con mejores resultados están en Río Negro, Santa Fe y La Pampa. Si bien la Capital estaría primera en Matemática, habría tenido un deterioro en Lengua.

El último Operativo Nacional de Evaluación (ONE), que se tomó en 2013 pero cuyos primeros resultados recién empezaron a publicarse ahora, muestra que los aprendizajes de los alumnos argentinos no avanzaron demasiado en los últimos tres años. Al igual que en otros estudios internacionales como PISA o TERCE, el diagnóstico es “estancamiento” con respecto a la medición previa, de 2010.

Clarín accedió a los resultados del ONE de finalización de la secundaria, que evaluó de manera censal a los 280.000 chicos que cursaban en 2013 el último año de la escuela, en el sistema público y privado. La prueba se creó en 1993, se toma cada tres años y está a cargo de la Dirección Nacional de Evaluación de la Calidad Educativa (DiNIECE). Abarca cuatro materias: Lengua, Matemática, Ciencias Sociales y Ciencias Naturales. Los resultados se presentan en tres niveles de desempeño: alto, medio y bajo. Un nivel “bajo” quiere decir que los estudiantes alcanzaron “un desempeño elemental o poco satisfactorio en el dominio de los contenidos y las capacidades cognitivas esperables según los documentos curriculares y los núcleos de aprendizajes prioritarios”.

Los mejores resultados de los alumnos argentinos están en Lengua; las ciencias exactas (Matemática y Naturales) son las que presentan más dificultades. En Lengua el 25,7% de los alumnos tiene un desempeño bajo, el 53% medio y el 21,3% alto. En Matemática, en cambio, el desempeño alto se reduce casi a la mitad (12%), el medio llega al 60,1%, y el 27,9% es bajo. En Ciencias Naturales, uno de cada tres alumnos queda en nivel bajo (34,3%), mientras que el 52,5% tiene nivel medio y el 13,2% es alto. Y en Sociales, el 30,3% tiene nivel bajo, el 50,5% medio, y el 19,2% alto. En total, el 16,4% de los alumnos argentinos en el último año de secundaria lograron un nivel “destacado” de contenidos y capacidades cognitivas, mientras que el 29,5% está por debajo de los resultados mínimos esperados.

Los indicadores exhiben una brecha entre las provincias del Norte y el resto del país: en el Noreste (NEA), por ejemplo, más del 40% de los alumnos tienen desempeño bajo mientras que, en promedio, menos del 10% logran desempeño alto. El panorama más crítico se da en Matemática, con apenas un 2,9% de alumnos con aprendizajes destacados y un 43,3% en nivel bajo. En Ciencias Naturales las cifras también son preocupantes: 6,1% en nivel alto y 46,9% en nivel bajo.

En el Noroeste (NOA) los aprendizajes también están por debajo del promedio nacional, con apenas un 10,6% de los alumnos en nivel destacado y un 35,9% en nivel bajo. En el otro extremo, las mejores noticias llegan desde la Patagonia, donde el 18,7% de los estudiantes logran un desempeño alto según los parámetros del Consejo Federal de Educación, y solo un 23,7% están en nivel bajo. En la región Centro, que incluye a las jurisdicciones más grandes del país, el 19,4% de los estudiantes alcanzan nivel alto y el 26,5% están en nivel bajo.

A diferencia del ONE 2010, cuyos resultados se difundieron al año siguiente, esta vez el informe del ONE 2013 viene demorado y aún no se publicó. Aunque desde la DiNIECE dijeron a Clarín que el cronograma de difusión está “dentro de los plazos previstos” y que los datos completos “se conocerán este año”, la Resolución N° 166/10 exige que los informes sobre los resultados de los ONE se elaboren “en el año inmediatamente posterior a la aplicación de los mismos”.

En diciembre del año pasado el Ministerio de Educación nacional entregó a cada ministro provincial los resultados de su jurisdicción. Pero hasta ahora los únicos datos disponibles son los desempeños por región. Algunos distritos (como la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza y Córdoba) hicieron públicos los suyos, mientras que otras (como la Ciudad de Buenos Aires) no. De los datos disponibles surge que los alumnos que más aprenden en todas las materias son los de Río Negro, Santa Fe y La Pampa. Si bien la Capital estaría primera en Matemática, también habría tenido un fuerte deterioro en Lengua. Clarín consultó al Ministerio de Educación de la Ciudad pero dijeron que no harían declaraciones y opinaron que la muestra está “sesgada estadísticamente” porque muchos estudiantes porteños no completaron las preguntas abiertas.

En la provincia de Buenos Aires, que aportó 72.000 alumnos al estudio, están conformes con los resultados. Aunque no los hicieron públicos, Clarín pudo saber que las pruebas muestran mejorías del 2,3% en Matemática, del 1,5% en Lengua, del 2,9% en Ciencias Sociales y del 2,1% en Naturales, en comparación con 2010. “Esto es mérito de los alumnos, de los docentes y de las políticas educativas de la provincia, como la implementación de las tutorías, los talleres de estudio, el aprovechamiento de las horas libres y las mesas de trabajo con las universidades nacionales”, afirmó Néstor Ribet, subsecretario de Educación provincial.

En Santa Fe también celebraron los resultados, que arrojaron mejorías en todas las materias, en un promedio del 4%. Además, el gobierno provincial destacó que en el mismo período aumentó la cantidad de alumnos que asisten a la secundaria, disminuyó el abandono y más estudiantes terminaron de cursar en tiempo y forma. “Estos resultados demuestran que con políticas públicas adecuadas se pueden mejorar simultáneamente la calidad educativa y la inclusión”, dijo la ministra Claudia Balagué.

El gobierno de Córdoba también transparentó sus datos el año pasado, aunque estos revelaron una fuerte baja en los aprendizajes en Lengua, Matemática, Ciencias Sociales y Naturales, que dejaron a la provincia muy por detrás de Santa Fe. La secretaria de Educación, Delia Provinciali, justificó en ese momento que casi el 50% de los alumnos cordobeses faltó a la evaluación, no respondió o lo hizo de manera incompleta, aunque aseguró: “Estamos tratando de instalar una cultura evaluativa”.

En Mendoza, el panorama tiene matices. Los alumnos mejoraron en Lengua (el porcentaje de estudiantes aprobados pasó de 78 a 83,1) y en Matemática (pasó de 77,3 a 78,4), pero empeoraron en Ciencias Sociales y Naturales. La directora general de Escuelas, María Inés Abrille de Vollmer, valoró que “los resultados colocaron a Mendoza arriba de la media nacional y de la región de Cuyo. Y demuestran que la inclusión va acompañada de la calidad educativa”.

Salta difundió sus datos de manera exhaustiva el año pasado, y fuentes oficiales de esa provincia calificaron como “histórico” el avance de los alumnos salteños en la prueba. Otras provincias como Tucumán, Santiago del Estero, La Rioja, Formosa, Chaco y Catamarca también hicieron públicos los resultados de sus alumnos. w

Informe: Corresponsalías

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Necesitamos reaccionar

Gustavo Iaies*

Mirando los resultados de las evaluaciones del año 2013, emerge la idea de estabilidad: en alguno suben poquito, en alguna bajan otro tanto, allí están. Detrás de los números que aparecen escondidos en alguna web, hay chicos que no aprenden y muchos que se caen.

Ellos tendrán problemas serios para hacer algo a lo largo de su vida, les costará conseguir un empleo en blanco, construir una familia de vida digna.

Mientras tanto, escondemos los datos y comunicamos más subsidios, más libros y computadoras, más relato. El problema es que el relato no enseña; los chicos no aprenden más por estos subsidios.

Necesitamos que se acabe el tiempo de los derechos sin obligaciones, del “te doy para que mejores”, y cambiarlo por “te apoyo pero hacé el esfuerzo”.

Se acaba un período, el de sobrevalorar los derechos sin incluir las responsabilidades. Viene un tiempo de hacernos cargo de nuestros compromisos; cada uno en la situación en la que esté, ser dueño de su destino. Seguro que el Estado está para asistir, para ayudar, para apoyar el cambio.

No podemos seguir mirando cuadros que no se mueven, que no muestran mejoras. Necesitamos reaccionar, fundamentalmente por los chicos.

*Director del CEPP

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Evaluar para mejorar

Axel Rivas*

Las evaluaciones de la calidad tienen básicamente dos funciones: monitorear el sistema educativo (o los sistemas provinciales) y/o monitorear a las escuelas. Son dos funciones muy distintas. La primera poco aporta a esta altura, pero no debe abandonarse: es importante saber el estado general de los aprendizajes por provincias y tipos de escuelas. Pero la segunda función es mucho más relevante.

Se han dado pasos adelante: existe una evaluación censal para los alumnos del último año de la secundaria. Se creó el IMESA, un índice similar al IDEB de Brasil, que mide calidad e inclusión. Se devolvieron los resultados con informes bien elaborados a cada escuela.

Pero no es suficiente. Debería haber una política mucho más consistente de evaluación de todas las escuelas del país, también del nivel primario. El objetivo de este sistema debería ser la devolución con criterios pedagógicos de los resultados con planes de trabajo que generen incentivos concretos a la mejora. No rankings ni presión negativa, sino instrumentos que midan integralmente lo que pasa en cada escuela y un dispositivo sistémico de ayuda a cada una de ellas en sus necesidades, aprovechando el aprendizaje de las escuelas que logran mejores resultados.

*Investigador de CIPPEC

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Se perpetúa la pobreza

Claudia Romero*

Acaban de conocerse los resultados de la prueba ONE 2013 de finalización de la Escuela Secundaria que se aplica a todos los estudiantes del país en el último año y esos datos traen una rotunda evidencia: Argentina continua educando a sus jóvenes de manera pobre y desigual, que es un modo claro de perpetuar la pobreza y la desigualdad en el país.Desde 2010 los resultados ONE se estancaron, y muestran que la educación en Argentina está atrapada en resultados mediocres que se prolongan en el tiempo y que se agravan allí donde el país es más pobre y más feudal, en el norte. Pobreza y mala educación son dos caras de la misma moneda.Casi 3 de cada 10 alumnos que termina la secundaria no tiene la menor idea de qué significa resolver una ecuación, calcular un porcentaje o resolver una regla de tres simple. Y casi 7 de cada 10 jóvenes a quienes se les entrega el título desconocen los principales procesos históricos.Se los ha privado de esos aprendizajes importantes que permiten hacer inteligible el mundo mientras se les otorga un título que es una estafa y se sanciona el “voto joven” en un acto de ciudadanía ilusoria. Así no hay inclusión social ni auténtica ciudadanía.*Universidad Di Tella

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Nuestro derecho a conocer los datos

Ricardo Braginski

rbraginski@clarin.com

¿De quién es la información que genera el Estado, con recursos del mismo Estado (es decir, de todos nosotros)? ¿Hay un dueño? ¿Somos todos? Si es así, ¿de qué modo somos “dueños”? ¿Cómo deberíamos hacernos de esos datos?

La antigua discusión acerca de la utilización de la información pública viene a cuento, una vez más, a raíz de la escasa publicación que tuvieron este año los resultados del Operativo Nacional de Educación (ONE), que desde hace más de 20 años viene llevando adelante el Ministerio de Educación.

El ONE mide los conocimientos y aprendizajes de los chicos del último año de la secundaria. Y sus resultados deberían ser útiles para planificar políticas de educación, así como son los resultados de pruebas internacionales como Pisa, de la OCDE o TERCE, de Unesco.

Hasta la última edición del ONE, de 2010, el Ministerio publicaba los resultados al año siguiente de realizado el operativo, como corresponde de acuerdo a la resolución que crea este instrumento de evaluación. Pero ahora cambió. Pasó más de un año y el Ministerio aún no publicó la información de 2013. Los datos que hoy publica Clarín son los que fueron llegando a las provincias.

Algo de esta situación ya había adelantado Sileoni en agosto de 2013, cuando presentó el ONE ante el Consejo Federal de Educación. Dijo entonces que no iban a publicar los datos para no estigmatizar a las escuelas y los distritos que no obtienen buenas calificaciones. “La posición no es alentar la competencia entre instituciones”, había dicho entonces. La información, dijo, sí llegaría a “todos los involucrados”, es decir, ministros provinciales y escuelas.

Si bien es cierto que los ministros y los directores de escuelas están entre los que más pueden aprovechar los datos –son, en definitiva, quienes toman decisiones en políticas educativas–, tan igual de cierto que los padres, y las familias, también tenemos derecho a conocer la información. A nuestra escala, también tomamos decisiones educativas.

Los del ONE no son los únicos datos que el Gobierno nacional esconde bajo las mangas. Las estadísticas del sistema universitario tampoco se actualizan desde 2011. El Anuario de ese año es el último que se puede consultar en la Web: allí hay información detallada de inscriptos, estudiantes, reinscriptos y egresados de las universidades públicas y privadas del país, así como información presupuestaria y de recursos humanos del sector universitario. ¿Qué pasó después del 2011? Sólo los funcionarios lo saben.

¿De quién es toda esta información? Quizás llegó el momento de reclamar nuestro derecho.

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