lunes, 26 de enero de 2015

Combate Haití epidemias con clínicas al aire libre

MICHAEL KIMMELMAN / NEW YORK TIMES NEWS SERVICE

diario new york times
The New York Times | Centro de tratamiento para el cólera
Puerto Príncipe, Haití— Las imágenes de disfunción médica eran devastadoras: hospitales destartalados en África que luchaban, y fracasaban en su mayoría, por contener la epidemia de ébola.
A medida que las muertes iban creciendo, era como si los problemas fueran insuperables: nada de dinero ni de infraestructura, o esperanza.
Pero, al otro lado del océano, Haití —país disfuncional como ninguno— ahora tiene dos nuevas clínicas al aire libre, modestas en tamaño y costo, designadas para acometer enfermedades que pueden ser tan insidiosas y mortíferas como el ébola, pero también más comunes: cólera y tuberculosis.
Las clínicas aquí son sencillas, incluso bonitas. En vez de construir escudos herméticos en la forma de edificios hospitalarios impenetrables e inflexibles, los arquitectos aprovecharon el ambiente caribeño de Haití, explotando brisas cruzadas de la isla para curar pacientes y auxiliar a prestadores de ayuda. Aún no está en claro cuán bien funcionarán las clínicas. Abrirán pronto.
Si sale bien, podrían servir como modelos de impacto relativamente escaso para otros países en aprietos, los cuales carecen de recursos para sofisticados hospitales al estilo occidental. Ellos incluso pudieran hacer un poco por acicatear a hospitales en Estados Unidos a fin de que se alejen del modelo de mediados de siglo de edificios sellados, los cuales dependen de sistemas mecánicos imperfectos, que cuestan una millonada y consumen mucha energía.
En últimas fechas, la innovación arquitectónica puede viajar del sur al norte, después de todo, no sólo de norte a sur. Las dos clínicas son del MASS Design Group, joven empresa de Boston que ganó elogios en fecha reciente por un hospital en Ruanda.
Al igual que ese proyecto, éstos capitalizan los materiales locales, su mano de obra y habilidades artesanales. Una clínica aquí reemplaza a un centro de tratamiento de tuberculosis, administrado por Gheskio, servicio de salud haitiano y organización de investigación. El centro colapsó durante el terremoto de 2010.
La nueva estructura de dos pisos equivale a casi un pentágono, con una punta extralarga. Hay habitaciones para 35 pacientes rodeando un patio bien podado —"un oasis", como lo imagina Alan Ricks, uno de los socios en MASS, y eso está cerca de cómo se siente ya— con una fuente y bugambilia trepando por pantallas de bambú.
Es una estructura llana pero elegante cuyo techo de acero, una esculpida cuadrícula (evoca una gigantesca canasta tejida), le confiere cierto carácter y contribuye a que el aire caliente circule hacia arriba y fuera del edificio.
Debido a que la tuberculosis prospera en espacios cerrados, se ponen ventanas en muros directamente contrarios entre sí a fin de promover la ventilación cruzada.
El otro edificio, destinado a pacientes de cólera, es un pabellón de un solo piso en un campus aparte de Gheskio, al otro lado de un concurrido camino lleno de baches respecto de una de las mayores barriadas en esta ciudad, a cuyos residentes sirve en su mayoría.
No está dentro de la barriada, pero casi. El techo en zigzag evoca vagamente los comedores de los años 50 a la vera del camino. La vibra es sorprendentemente juguetona, acogedora. Pantallas metálicas en azul cielo, perforadas a mano, hechas por artesanos locales, cubren el exterior y aluden a los tap-taps: los taxis compartidos de alegres colores y extravagantes decoraciones que los haitianos usan para desplazarse por la ciudad.
El cólera llegó aquí por vía de trabajadores de ayuda nepalíes tras el sismo y se disparó a través de agua contaminada. Más bien, empresas contratadas para disponer del agua residual de manera segura la tiraron ilegalmente.
En la nueva clínica, MASS construyó un sistema dedicado de tratamiento de aguas residuales debajo del pabellón, resguardado de inundaciones, destacan los arquitectos. Muchos hospitales en países en desarrollo queman residuos ahí mismo. Esto lleva ese enfoque un paso más allá.
Para algunos médicos, una clínica permanente para cólera puede sonar meramente obcecado. Expertos de emergencias médicas me dijeron que los brotes como el del cólera, o ébola, tienden a ser abordados de la mejor forma a través de "campos" portátiles y armables rápidamente que se erigen en áreas afectadas, a fin de aplastar el problema en su fuente. La verdadera solución al cólera sería reparar el sistema sanitario en los barrios pobres.
En las palabras de un médico: No construyes un centro de traumatología para resolver un letal crucero de tráfico; rediseñas las calles.
Sin embargo, un medico en Gheskio hizo énfasis en que la clínica aquí, concebida en torno a los desafíos arquitectónicos particulares del cólera, puede ser adaptada después de que la enfermedad ya no sea el problema.
Además, ninguna de las clínicas costó un ojo de la cara. La clínica de tuberculosis costó 2 millones de dólares, o 140 dólares por pie cuadrado, con base en Adam Saltzman, el gerente de proyecto de MASS en ambos sitios.
La clínica de cólera totalizó 700 mil dólares, u 80 dólares por pie cuadrado. La arquitectura y la ingeniería contribuyeron a erradicar estas enfermedades hace muchísimo tiempo atrás en ciudades como Londres, París y Nueva York, que construyeron drenajes y hospitales, al tiempo que despejaron las barriadas.
Como demuestra Haití después del terremoto, las enfermedades pueden regresar con gran intensidad. La epidemia de cólera ha afectado a 800 mil haitianos, con base en estimados, dijo Jean William Pape, el médico haitiano y catedrático de Cornell que fundó Gheskio. Su nombre completo es el Grupo Haitiano para el Estudio del Sarcoma de Kaposi e Infecciones Oportunistas.
Pape estuvo entre los primeros que identificaron el VIH/SIDA en el mundo en desarrollo. Desde el sismo de 2010, él y Gheskio han empleado medidas a corto plazo para reducir 80 por ciento la tasa de muertes a raíz del cólera, introduciendo una vacuna temporal y distribuyendo cloro que Gheskio produce en su campus.
"Arquitectura y salud son inseparables", explicó Pape cuando pasé por su oficina en una mañana reciente. "Un edificio que es feo, sin aire fresco, ni dignidad o sentido común, es un lugar que la gente evitará, y esto fomenta epidemias".
Asomé al sitio provisional de Gheskio para tratamiento de tuberculosis, que el nuevo edificio reemplazará: es una espartana comunidad bardeada de casas de campaña. Una carpa no muy lejos de la oficina de Pape ahora atiende a pacientes con cólera; una pila de colchonetas se balanceaba en un rincón.
MASS había convocado a fabricantes de mobiliario en Gheskio para que ayudaran a diseñar muebles mejores y más cómodos para pacientes de cólera. "Tenemos 10 mil personas en este campus", dijo Pape, "haciendo ladrillos, trabajos de metal, haciendo muebles, fabricando cloro".
También hay un preescolar, así como un refugio para mujeres víctima de abusos, a las cuales se les proporciona atención a infantes en el sitio y capacitación laboral.
Es una ciudad virtual dentro de la ciudad. "Con demasiada frecuencia, después de una emergencia, cuando las agencias de ayuda ya terminaron, no hay más fondos y la enfermedad estalla", me dijo Michael Murphy, otro socio en MASS.
"Hay una verdadera oportunidad de ponerle fin al cólera y la tuberculosis, pero eso solo puede ocurrir con infraestructura permanente. Estamos construyendo en contra de la tendencia hospitalaria de mediados de siglo en Estados Unidos".
Se refería a edificios que "pueden causar infecciones y todo tipo de otros problemas". Hablé con dos contratistas locales que construyeron la clínica de tuberculosis.
Me dijeron que ellos nunca habían supervisado nada tan a la medida o exigente. Robertho Jean Noel, joven ingeniero civil de Haití, fue registrado por MASS para a los contratistas, uno de los cuales, Pierrot Coupaud, se quejó conmigo de ciertas partes difíciles del techo cuadriculado que tuvieron que ser desgarradas y rehechas tres o cuatro veces.
Pero, entonces, Coupaud apuntó a una nueva clínica de estuco, sencilla y sin ventanas, al lado. "Esa caja es una broma", dijo. "Lo que nosotros hemos hecho es algo diferente". Escuchando en silencio, Noel sonrió.

FUENTE:  http://diario.mx/Nyt/2015-01-02_198d3feb/combate-haiti-epidemias-con-clinicas-al-aire-libre/

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