jueves, 22 de marzo de 2012

“Estamos llegando a Once y esto no para ...”

POR GUIDO MAISULS

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21/03/12 - 02:01 - Clarin

Escribo en un miércoles muy especial, pues yo, pongámosle Pablo Esperanza, por decir un nombre, he disfrutado con mi familia de un fin de semana de Carnaval. Una semana corta, un dulce aliciente a la modorra que produce volver a la rutina, un viaje de una hora y pico desde Moreno a Once en algún destartalado tren del Sarmiento y la sensación de ser uno más del gran hormiguero humano que fluye de los barrios del Oeste hacia la Capital, con el digno propósito de ganarse “ese mango que nos haga morfar”.
Viajar en el Sarmiento al trabajo es un hábito y necesidad que he heredado de tres generaciones. En el barrio siempre le llamamos “el tren de los laburantes”, porque ahí nos encontramos los obreros asalariados, los trabajadores informales, los jornaleros del pan diario, los desocupados, los delincuentes del descuido y del arrebato. Si salís de Moreno podés tener la suerte de encontrar algún asiento estropeado y duro, si lo hacés más adelante tenés que viajar como ganado. Hacinado, parado y apretujado sobre un piso de chapa deteriorada y mugriento. En el calor del verano parece un horno del infierno. Te mareás como un borracho y transpirás como en un baño turco. Los boletos son muy baratos y nos dicen que están subsidiados, pero los trenes están cada vez más deteriorados. ¿Es placer o suplicio viajar en el Sarmiento? Por suerte ya salimos de Caballito y en cinco minutos llegamos a Once, parece que el maquinista está hoy con nosotros o apurado porque el tren acelera y va cada vez más rápido, como enloquecido. Algunas puertas están trabadas y abiertas a propósito por los viajeros. Ya estamos llegando a Once y esto no para más. Un gran estruendo y gritos. Estallan en mil pedazos los vidrios. Un muchacho vuela del tren y cae sobre las vías. Los asientos se doblan como si fueran papel. Todo queda envuelto en caos y sangre. El día se oscurece y se hace la noche en mi mente ... Yo, Pablo Esperanza, por decir un nombre, sólo quiero llegar a mi “laburo”. ¿A quién le interesa el tren de los “laburantes”?

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