viernes, 13 de julio de 2012

LA CASADA INFIEL

(Romancero gitano)

Y que yo me la llevé al río

Fue la noche de Santiago 
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.

En las últimas esquinas 
toqué sus pechos dormidos, 
y se me abrieron de pronto 
como ramos de jacintos.

El almidón de su enagua
me sonaba en el oído 
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.

Sin luz de plata en sus copas 
los árboles han crecido, 
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.

Pasadas las zarzamoras, 
los juncos y los espinos, 
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.

Yo me quité la corbata. 
Ella se quitó el vestido.
Yo, el cinturón con revolver. 
Ella, sus cuatro corpiños.

Ni nardos ni caracolas 
tienen el cutis tan fino, 
ni los cristales con luna 
relumbran con ese brillo.

Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre, 
la mitad llenos de frío.

Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar 
sin bridas y sin estribos.

No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo 
la luz del entendimiento 
me hace ser muy comedido. 
Sucia de besos y arena, 
yo me la llevé del río. 
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.

Me porté como quien soy. 
Como un gitano legítimo.

Le regalé un costurero
grande, de raso pajizo,

y no quise enamorarme

porque teniendo marido

me dijo que era mozuela

cuando la llevaba al río.

Federico García Lorca

No hay comentarios: