No perder un solo día de clase y extender la jornada
Debates: Para que los chicos no dejen la escuela.Alieto Aldo Guadagni
Son cuatro los requisitos mínimos para tener una educación inclusiva y de calidad: presencia de los docentes, asistencia de los alumnos, cumplimiento del calendario escolar y universalización de la jornada escolar extendida.
Comencemos por reconocer que hay un problema con la presencia de los docentes, ya que según la prueba PISA 2012, el 60% de nuestros adolescentes asiste a escuelas secundarias donde el ausentismo de los docentes es un problema. En Corea este ausentismo afecta a apenas el 2% de los alumnos. Si miramos a América Latina este ausentismo docente es muy inferior al nuestro, ya que en Perú llega al 16% y en Chile al 24%. Según la misma prueba PISA, el ausentismo de los alumnos argentinos es el más alto de las 65 naciones participantes en esta evaluación. Encabezar el ranking mundial del ausentismo es un serio llamado de atención, no solo para las autoridades sino para toda la sociedad, en particular los padres que no actúan con la responsabilidad que exige el futuro de sus hijos, ya que estos son perjudicados.
En cuanto al cumplimiento del calendario escolar señalemos que fue un avance social que en el siglo XX se consagrara en nuestra Constitución (art. 14-bis) el “derecho de huelga”; anteriormente se había consagrado constitucionalmente en el siglo XIX el “derecho a enseñar y aprender”. Cuando hay reiterados paros docentes, surge un aparente conflicto entre ambos derechos, pero que en realidad no es tal. No hay ningún conflicto ya que la Ley 25.864 (2004) lo resolvió sabiamente. Esta ley establece en el artículo primero: ”Fíjase un ciclo lectivo anual mínimo de 180 días efectivos de clase”. Pero además en su artículo segundo dispone: “Ante el eventual incumplimiento del ciclo lectivo anual a que se refiere el artículo precedente, las autoridades educativas de las respectivas jurisdicciones deberán adoptar las medidas necesarias a fin de compensar los días de clase perdidos, hasta completar el mínimo establecido”. Esta norma es claramente imperativa, pero lamentablemente nunca se cumplió, ya sea por huelgas o feriados extraordinarios. El gobierno kirchnerista fue parte del problema y no de la solución, porque inventó los feriados “puente”, sin conmemoración histórica o religiosa, que significan cerrar 54.000 institutos educativos (jardines de infantes, escuelas, terciarios y universidades) y dejar así sin clase a uno de cada tres argentinos. Nuestro calendario escolar legal es corto (720 horas anuales). En Chile son 1100 horas, en Perú 900, y en México 800. Este es el calendario legal, pero si tenemos en cuenta las inasistencias y los cierres de escuelas, de hecho nuestro calendario es uno de los más cortos del mundo.
Finalmente, también tenemos la incumplida ley 26.075 (2005), que fijó como meta: “Lograr que, como mínimo, el 30% de los alumnos de educación básica tengan acceso a escuelas de jornada extendida o completa, priorizando los sectores sociales y las zonas geográficas más desfavorecidas”. Esta ley fue extendida en el 2006 a todo el sistema escolar primario por la Ley de Educación Nacional, que en su artículo 28 establece que “Las escuelas primarias serán de jornada extendida o completa”. Esto es lo que dicen las leyes, pero la realidad es distinta.
En el 2014 asistían a escuelas primarias estatales 3,3 millones de niños. De ellos, únicamente 383 mil (o sea apenas 11 de cada 100) asistían a escuelas de jornada extendida o completa, cuando según la meta mínima legal, hacia el 2010 debieran ser por lo menos un millón los niños, es decir casi el triple, beneficiados por esta escolaridad. Nuevamente los niños humildes de escuelas estatales son los más perjudicados.
Debemos comenzar a recorrer sin demoras el sendero del cumplimiento de estos cuatro requisitos, aunque debemos reconocer que serán pasos necesarios pero no suficientes para mejorar nuestra educación. La tarea pendiente es muy grande.
Comencemos por reconocer que hay un problema con la presencia de los docentes, ya que según la prueba PISA 2012, el 60% de nuestros adolescentes asiste a escuelas secundarias donde el ausentismo de los docentes es un problema. En Corea este ausentismo afecta a apenas el 2% de los alumnos. Si miramos a América Latina este ausentismo docente es muy inferior al nuestro, ya que en Perú llega al 16% y en Chile al 24%. Según la misma prueba PISA, el ausentismo de los alumnos argentinos es el más alto de las 65 naciones participantes en esta evaluación. Encabezar el ranking mundial del ausentismo es un serio llamado de atención, no solo para las autoridades sino para toda la sociedad, en particular los padres que no actúan con la responsabilidad que exige el futuro de sus hijos, ya que estos son perjudicados.
En cuanto al cumplimiento del calendario escolar señalemos que fue un avance social que en el siglo XX se consagrara en nuestra Constitución (art. 14-bis) el “derecho de huelga”; anteriormente se había consagrado constitucionalmente en el siglo XIX el “derecho a enseñar y aprender”. Cuando hay reiterados paros docentes, surge un aparente conflicto entre ambos derechos, pero que en realidad no es tal. No hay ningún conflicto ya que la Ley 25.864 (2004) lo resolvió sabiamente. Esta ley establece en el artículo primero: ”Fíjase un ciclo lectivo anual mínimo de 180 días efectivos de clase”. Pero además en su artículo segundo dispone: “Ante el eventual incumplimiento del ciclo lectivo anual a que se refiere el artículo precedente, las autoridades educativas de las respectivas jurisdicciones deberán adoptar las medidas necesarias a fin de compensar los días de clase perdidos, hasta completar el mínimo establecido”. Esta norma es claramente imperativa, pero lamentablemente nunca se cumplió, ya sea por huelgas o feriados extraordinarios. El gobierno kirchnerista fue parte del problema y no de la solución, porque inventó los feriados “puente”, sin conmemoración histórica o religiosa, que significan cerrar 54.000 institutos educativos (jardines de infantes, escuelas, terciarios y universidades) y dejar así sin clase a uno de cada tres argentinos. Nuestro calendario escolar legal es corto (720 horas anuales). En Chile son 1100 horas, en Perú 900, y en México 800. Este es el calendario legal, pero si tenemos en cuenta las inasistencias y los cierres de escuelas, de hecho nuestro calendario es uno de los más cortos del mundo.
Finalmente, también tenemos la incumplida ley 26.075 (2005), que fijó como meta: “Lograr que, como mínimo, el 30% de los alumnos de educación básica tengan acceso a escuelas de jornada extendida o completa, priorizando los sectores sociales y las zonas geográficas más desfavorecidas”. Esta ley fue extendida en el 2006 a todo el sistema escolar primario por la Ley de Educación Nacional, que en su artículo 28 establece que “Las escuelas primarias serán de jornada extendida o completa”. Esto es lo que dicen las leyes, pero la realidad es distinta.
En el 2014 asistían a escuelas primarias estatales 3,3 millones de niños. De ellos, únicamente 383 mil (o sea apenas 11 de cada 100) asistían a escuelas de jornada extendida o completa, cuando según la meta mínima legal, hacia el 2010 debieran ser por lo menos un millón los niños, es decir casi el triple, beneficiados por esta escolaridad. Nuevamente los niños humildes de escuelas estatales son los más perjudicados.
Debemos comenzar a recorrer sin demoras el sendero del cumplimiento de estos cuatro requisitos, aunque debemos reconocer que serán pasos necesarios pero no suficientes para mejorar nuestra educación. La tarea pendiente es muy grande.
Alieto Aldo Guadagni es miembro de la Academia Nacional de Educación
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