Un auto supersónico busca batir el récord de velocidad terrestre
Desafío mecánicoOtra “locura” de un amante de la adrenalina
Desde los primeros vehículos del siglo XVIII autopropulsados por vapor, hasta la invención del motor de combustión interna, son parte de una carrera evolutiva para incrementar la velocidad, símbolo de la modernidad capitalista. Esta fascinación por la rapidez encuentra en el Bloodhound SSC (Super Sonic Car) una herramienta de la aceleración absoluta. Es un híbrido con una parte de avión y otra de automóvil que procura atravesar la velocidad del sonido (1.234,8 Km/h) e intentar batir los 1.609 Km/h.
Este coche supersónico de 15,5 metros de largo, que está construido en fibra de carbono, soporta temperaturas volcánicas y puede cubrir 1.600 metros en 3,6 segundos, pretende batir el récord mundial de velocidad sobre tierra. El propio Andy Green, que atesora el récord mundial, intentará quebrar la plusmarca de 763 mph (1.227 km/h) que él mismo estableció en 1997 a bordo del Thrust SSC. Para verificar el funcionamiento de todos los sistemas, el Bloodhound estará por primera vez en pista este año en Newquay, Reino Unido, donde intentará alcanzar una velocidad de 322 km/h. Un año más tarde, en el desierto de Hakskeen Pan, en Sudáfrica, tratará de superar los 1.287 km/h (763 millas) a más de 800 mph y encabezar el libro Guinness de velocidad.Para alcanzar los 1.609 Km/h esta nave terrestre dispone de tres motores integrados. Una turbina a reacción Rolls Royce EJ200 –la misma unidad que emplean los aviones de combate Eurofighter Typhoon– impulsará al coche a una velocidad constante de 200 mph (320 km/h), justo en el momento en el que entrarán en acción tres cohetes Nammo, produciendo unos 135.000 CV de potencia. Esta es la explosión de energía que llevará al Bloodhound a traspasar la barrera del sonido con solvencia. El último motor presente en el coche es un V8 de 5.0 litros tomado de un Jaguar F-type R que bombeará combustible a los cohetes.
De acuerdo con las estimaciones de los ingenieros, para superar los 1.609 km/h el Bloodhound debe que ser un 33% más rápido que el Thrust. Esto le demandará unos 55 segundos de aceleración a máxima potencia de su turbina, lo que consumiría nada menos que 2.200 litros de carburante.
Y aunque la prueba se realiza en una pista de gran extensión, en algún momento el vehículo supersónico deberá clavar los frenos. Para inmovilizar su estructura, dispone de tres sistemas de frenado, siete extintores de incendios y 500 sensores repartidos por su carrocería. En los ensayos de laboratorio se determinó que la primera maniobra del piloto, para pasar de 1.000 mph a punto muerto, será apagar los cohetes. A continuación se desplegará el airbrake y se abrirá el paracaídas. Cuando el vehículo descienda a las 250 mph (400 km/h) los frenos de las ruedas acabarán por limitar el impulso.
La butaca de Andy Green se adapta en forma ergonómica a su cuerpo. El volante, para garantizar un calce perfecto y un agarre cómodo, se fabricó en una impresora 3D y está realizado en titanio. Todos los sistemas del tablero de instrumentos son electrónicos, pero Green dispone tres palancas mecánicas para cortar el suministro de combustible y desplegar los paracaídas de seguridad.
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