Insufribles todo terreno
Pasiones argentinas.Alberto Amato
Como ya saben, estamos dándoles batalla a los insufribles que te arruinan el placer y asesinan tu pasión por vivir. Por ejemplo: estás en la cola del cajero automático y el que está adentro paga el gas, la luz, el teléfono, el agua, los impuestos, el club, el colegio de los chicos, una vieja deuda de Pedro de Mendoza por estacionamiento de carabela; saca plata, deposita, pide saldo, chequea, verifica; saldrá hora y media después, mirando a los estúpidos que esperan con cara de “qué persona tan ocupada soy”.
Esa es la clase de gente que no quiere que vivas bien: no cierra la puerta de los ascensores, riega las plantas del balcón cuando pasás por abajo, habla a los gritos, no saluda, no sabe decir “por favor”, quieren ser primeros en todas las colas, cree que su estupidez es autoestima; son fieles defensores del “de vos, me importa un pito”.
Junto a ellos brilla también el desalentador profesional, que frena cualquiera de tus intenciones. Te prometiste un día al aire libre: “Va a llover; bah, no sé, lo escuché en la tele”, dice el insufrible. Anunciás tu intención de volver, de a poco, al gimnasio: “Cuidate: a mi primo le estalló el corazón”. Te vas de viaje y el tipo te recuerda el último atentado terrorista contra una línea aérea.
Y estos son sólo dos ejemplares de una fauna numerosa y variada, que parece procrearse con cierta facilidad. Tienen esa pulsión irrefrenable que esgrimen para joderte la vida: ¿es consciente, o actúan por instinto? Porque si es a conciencia, la batalla será larga. Pero si es por instinto, estamos perdidos.
Alberto AmatoEsa es la clase de gente que no quiere que vivas bien: no cierra la puerta de los ascensores, riega las plantas del balcón cuando pasás por abajo, habla a los gritos, no saluda, no sabe decir “por favor”, quieren ser primeros en todas las colas, cree que su estupidez es autoestima; son fieles defensores del “de vos, me importa un pito”.
Junto a ellos brilla también el desalentador profesional, que frena cualquiera de tus intenciones. Te prometiste un día al aire libre: “Va a llover; bah, no sé, lo escuché en la tele”, dice el insufrible. Anunciás tu intención de volver, de a poco, al gimnasio: “Cuidate: a mi primo le estalló el corazón”. Te vas de viaje y el tipo te recuerda el último atentado terrorista contra una línea aérea.
Y estos son sólo dos ejemplares de una fauna numerosa y variada, que parece procrearse con cierta facilidad. Tienen esa pulsión irrefrenable que esgrimen para joderte la vida: ¿es consciente, o actúan por instinto? Porque si es a conciencia, la batalla será larga. Pero si es por instinto, estamos perdidos.
alberamato@gmail.com
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