Los jubilados griegos eligen la vecina Bulgaria, pobre pero barata
Con pensiones que van de los 700 a 1.200 euros, les alcanza para vivir muy bien en los pueblos búlgaros.
- Clarín
- 13 Jul 2015
- SANDANSKI, BULGARIA. EFE
Simo es un jubilado griego que vive desde hace tres años en Sandanski, al sur de Bulgaria, donde los precios de la vivienda y el costo de la vida en general son hasta tres veces inferiores a los de la cercana Grecia, sumida en una grave crisis. Con sus 1.200 euros mensuales de jubilación, este griego de 70 años vive una vida cómoda en Bulgaria, el país más pobre de la Unión Europea, que ha visto en los últimos meses cómo cada vez más griegos llegan para instalarse, o al menos, hacer sus compras. “Prefiero vivir aquí mientras cobro mi pensión en Grecia. Todo es mucho más barato y el clima es muy bueno para mi salud. Incluso si me recortan la pensión, yo ya no me muevo de aquí”, asegura Simo en el centro de Sandanksi.
Desde que empezó la crisis griega en 2009, muchos residentes del norte de Grecia cruzan la cercana frontera para comprar alimentos y ropa a unos precios mucho más bajos que en su propio país. Con el “corralito” griego, que permite extracciones bancarias de apenas 60 euros al día, las visitas a ciudades cercanas a la frontera, como Sandanski y Petrich, son todavía más atractivas.
Si bien nadie sabe a ciencia ciertas cuántos griegos están llegando a Bulgaria, las dos localidades, de unos 30.000 habitantes, se han convertido en una especie de “feria abierta” para artículos de uso cotidiano para los clientes del país vecino. Casi todas las tiendas, restaurantes, cafés, peluquerías, supermercados e incluso clínicas y oficinas de abogados tienen ya carteles bilingües, en búlgaro y griego. Muchos propietarios y empleados han aprendido los rudimentos de griego para poder atender mejor a la clientela helena.
“Venimos mucho a Sandanski de compras. Aquí nos sale todo mucho más barato. Incluso con el límite de 60 euros diarios nos conviene venir”, asegura Vangels. Este jubilado llegó a Sandanski desde Salónica, la principal ciudad del norte de Grecia, situada a unos 150 kilómetros de la frontera búlgara. Su pensión de 700 euros mensuales es más que suficiente para el nivel de los precios búlgaros, donde los jubilados locales sobreviven con apenas 150 euros y un empleado normal no llega ni a 500 euros al mes. Teniendo en cuenta estas cifras, los clientes griegos son una especie de panacea para los comerciantes de Sandanski, que aseguran poder facturar hasta 400 euros por día. “Eso es más que suficiente para vivir de forma digna durante todo un mes”, asegura Yoana Deleva, propietaria de una pequeña tienda de comestibles en el centro de Sandanski.
Desde la introducción del “corralito”, los clientes griegos han empezado a ser más cautelosos. “Cuidan las sumas que dejan en las tiendas, no paran de regatear y piden rebajas”, cuenta Deleva. Pero los griegos no solo vienen de compras y usan Bulgaria como su residencia mientras dura la crisis, sino que también establecen empresas en lo que hasta ahora era su “vecino pobre”. “Aquí todo es más barato. Incluso es mucho más fácil abrir una tienda o un taller textil”, cuenta Apóstolis, un griego que establecido en Sandanski.
No hay comentarios:
Publicar un comentario