- Sociedad
- 05/06/15
Al norte de Brasil.
Fernando de Noronha se llenó de ellos. Son de la especie Cururú: muchos están ciegos y otros les faltan patas o les sobran dedos. Creen que las malformaciones son la punta de un iceberg y que habría otras especies en riesgo.
Fernando de Noronha. (Embratur)
Quedan pocos espacios en el mundo que recreen la imagen de paraíso tropical. La isla de Fernando de Noronha, es uno. Pero podría dejar de serlo. En el último tiempo, en este archipiélago de playas blancas y aguas cristalinas, aparecieron sapos deformes. Pertenecen a la especie Curucú, pero no son aquellos que exhiben los manuales de zoología. Estos sufren algún tipo de anomalía. Algunos no tienen patas, a otros les faltan o les sobran dedos.
Cerca del 20% de los sapos con malformaciones también está parcial o completamente ciego. Una proporción menor carece de uno o los dos ojos, mientras que otros no tienen iris o lo tienen decolorado.
No se conoce con certeza cuándo llegaron los Curucú al archipiélago. Una hipótesis afirma que fue hace 100 años, cuando un sacerdote se llevó algunos sapos de la parte continental de Brasil a la isla para mantener bajo control a los insectos en sus cultivos. Hoy, la mitad de ellos tiene anomalías.
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"Todo el mundo pregunta por qué están así. Y esa es la pregunta que todavía no hemos respondido", dijo a la BBC Luis Felipe Toledo, un biólogo especializado en anfibios de la Universidad Estatal de Campiñas en São Paulo. Toledo rastrea el origen de las malformaciones junto a un grupo de científicos del Zoológico de San Diego, Estados Unidos.
Según los investigadores, las anomalías repercuten en las tácticas depredadoras y en el estado físico de los sapos. Los ciegos, por ejemplo, sólo comen lo que les pasa al lado, en consecuencia tienen un peso inferior y producen menos huevos. De todas maneras, al tratarse de una especie introducida que no posee depredadores naturales, los Curucú se reproducen en miles.
El equipo de Toledo está analizando si el culpable del fenómeno es un parásito, una bacteria o un virus. Para averiguarlo, estudia el suelo y el agua.
Los investigadores creen que las malformaciones son sólo la punta del iceberg. "Se encontraron alteraciones endocrinas, función inmune suprimida y también alteraciones en la reproducción, y no sólo en anfibios", afirmó a la BBC Jamie Bacon, un integrante de la Sociedad Zoológica de Bermuda.
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