martes, 29 de noviembre de 2011

Saltos tecnológicos que pueden cambiar nuestra salud

26/11/11 - 23:26 - Clarin

Por FRANK MOSS EMPRENDEDOR Y EX DIRECTOR DEL MEDIA LAB DEL M.I.T. (EE.UU.)

Nos encontramos en las primeras etapas de la próxima gran revolución tecnológica que llamo “salud del consumidor”. En los últimos años, innovaciones como la digitalización de los archivos de salud y el uso de computación móvil en los hospitales han empezado a mejorar la atención médica. Los sitios web de información sobre salud a los consumidores y los grupos de apoyo online sobre distintas enfermedades han hecho que millones de personas participen de manera activa en su propia salud.
Pero imaginemos una transformación mucho más profunda, en la que los avances en información, tecnología, biología e ingeniería nos permitan sacar buena parte del cuidado de la salud de los hospitales, clínicas y consultorios y trasladarlo a la vida cotidiana.
El siguiente es un panorama de cómo funcionaría, inspirado en ideas e innovaciones producto de laboratorios de investigación universitarios, centros de innovación clínica, emprendimientos y grandes empresas.
Comenzaría con un “sistema nervioso digital”: sensores inalámbricos discretos colocados en el cuerpo y en la casa monitorearían de forma constante los signos vitales y analizarían las actividades cotidianas que afectan nuestra salud. Contarían la cantidad de pasos que damos y la cantidad y calidad de lo que comemos. Bandas instaladas en las muñecas medirían los niveles de excitación, atención y nerviosismo. Otras controlarían las lesiones para detectar una infección. El espejo del baño calcularía la frecuencia cardíaca, la presión y el nivel de oxígeno.
También habría asesoramiento automatizado. Software de análisis y representación visual de esos datos nos permitiría entender de manera cabal el efecto de nuestra conducta en la salud y sugeriría modificaciones para contribuir a evitar enfermedades, que sin duda es la manera más efectiva de reducir los costos de salud.
En muchas situaciones seguiría haciendo falta un profesional médico, por supuesto, pero en la mayor parte de los casos no sería necesario hacer una visita cara al consultorio. Si una persona no se siente bien, mediante un teléfono inteligente un avatar utilizaría procesamiento de lenguaje natural para escuchar mientras describimos los síntomas y luego los traduciría a la jerga médica. Luego de consultar una supercomputadora de diagnóstico, el avatar podría pedirnos que realizáramos una rápida serie de pruebas médicas en casa.
Se podría colocar un dispositivo plástico barato sobre la pantalla del teléfono, mirar el objetivo y hacer un examen de cataratas. El avatar transmitiría después los resultados al médico humano, que nos mandaría un mensaje con video explicando el diagnóstico y recetando un tratamiento.
Cuando se hace necesario una visita al consultorio, médico y paciente se sentarían juntos ante una gran pantalla táctil que presentaría una animación conceptual de lo que sucede en el interior del organismo. Decisiones como la elección de medicamentos y dosis se tomarían de manera conjunta, y los tratamientos se sincronizarían en aplicaciones del teléfono que harían que seguir las recomendaciones del médico – que con frecuencia descuidamos- resultara fácil y hasta divertido.
Los Estados Unidos deben disponerse a proporcionar un gran impulso a la salud de los consumidores para hacer realidad ese mundo imaginado. Además de ventajas para la salud, se obtendrían ingresos por la exportación de productos de salud del consumidor a países como China e India, que todo indica se convertirán en enormes mercados de ese sector. Por otra parte, el ahorro en lo que respecta a costos de la salud podría llegar con facilidad al billón de dólares anual, ya que esos costos constituyen aproximadamente el 18 % del producto bruto interno pero podrían reducirse al 10 % más habitual de los países desarrollados modernos.
Admito que se trata de un objetivo muy optimista dado el paternalismo de la profesión médica, los malos hábitos de salud y los perversos incentivos de nuestro sistema de salud. Sin embargo, la creciente revolución de salud del consumidor tiene una fuerza muy poderosa de su lado: existe una red en rápido crecimiento de inventores, académicos y emprendedores que comparten la pasión por fortalecer a las personas a los efectos de que tomen el control de su propia salud.

Copyright The New York Times, 2011. Traducción de Joaquín Ibarburu.

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