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POR GRACIELA GIOBERCHIO
Un estudiante de 18 años y un emprendedor de Palermo la crearon y se la regalaron. “Me cambió la vida”, dijo el chico.
IMÁGENES
Feliz. Felipe, en su casa de Tres Algarrobos, jugando con su nueva mano.
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08/05/14
Felipe Miranda tiene 11 años. Vive en Tres Algarrobos, un pueblo bonaerense de 3.500 habitantes, y a causa de una enfermedad genética que se llama focomelia, nació sin su mano izquierda. Desde bebé y hasta los tres años recibió estimulación temprana. Con sus limitaciones, comenzó a jugar a la pelota, a andar en bicicleta y en kayak, y también a pescar. Pero siempre pidió una mano, su mano. Hace una semana, por encomienda, una mano ortopédica impresa en 3D llegó a su casa. Y hace una semana que Felipe está fascinado.
“Cuando llegó la caja, me puse muy contento. Hacía tres meses que la esperaba. Es liviana y muy práctica. Puedo agarrar una pelotita de tenis y hasta el mate dulce que tomo con mi mamá. Me siento más seguro, me cambió la vida”, contó el chico ayer con alegría.
Un emprendedor de 33 años y un estudiante de ingeniería electrónica de 18, diseñaron y desarrollaron su mano en una impresora 3D. Rodrigo Pérez Weiss abrió en Palermo “3D LAB fab&café”, un bar y espacio de trabajo cooperativo que ofrece máquinas para imprimir en 3D por horas. “En una exposición vi por primera vez una impresora 3D, quedé maravillado y me puse a trabajar en esto con aplicación en la medicina. Estamos desarrollando piezas ortopédicas para ayudar a la gente que las necesita”, contó Pérez Weiss, junto a Gino Tubaro, estudiante de ingeniería electrónica.
Ivana Giménez, la mamá de Felipe, también está fascinada. “Felipe siempre nos pidió una mano. Buscamos en varios lugares, pero eran imposibles para nuestro bolsillo –una ortopédica cuesta 40 mil dólares–. Un día un tío que vive en Uruguay me mandó por Facebook la noticia de un estadounidense que le había impreso una mano a su hijo, con tres links para mirar. Empecé de atrás para adelante y entré al de 3D LAB. Mandé un mail pidiendo comprar una impresora porque mi marido estaba decidido a aprender y hacerla él. Pero nos ofrecieron hacerla ellos gratis. No tuvimos que viajar a Buenos Aires con Felipe. Me pidieron fotos de su brazo, medidas y una impresión de su mano derecha. Eso fue en enero. Hace una semana llegó la mano. Queremos viajar para conocer a los chicos personalmente. Ellos me ayudaron a poder cumplir el sueño de Felipe”.
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