POR GUSTAVO LAURNAGARAY – Clarin
Los juntó Clarín en la casa del chico de 11 años que nació sin la mano izquierda. Gino había creado la prótesis con una impresora 3D en su laboratorio en Palermo. Ayer lo visitó y le hizo ajustes a la pieza.
Juntos. Felipe llora ayer en su casa del noroeste de Buenos Aires al conocer a Gino, el estudiante de ingeniería que le cambió la vida. /AGENCIA LA PAMPA
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MÁSTRES ALGARROBOS. ENVIADO ESPECIAL - 11/05/14
Se conocían por fotos y chat. Apenas Felipe Miranda, el chico que nació sin mano izquierda y esta semana recibió una prótesis mecánica, vio a Gino Tubaro, soltó el llanto: se apoyó en la pared y desparramó su felicidad en lágrimas.
Gino (20), estudiante de ingeniería electrónica y uno de los diseñadores de la pieza, le acarició la cabeza y el chico de 11 años se quebró. El encuentro fue ayer a la tarde en Tres Algarrobos, a 460 kilómetros de la Capital, donde vive Felipe. Los juntó Clarín en la cocina de su casa. Ivana, la madre, contó la emoción del día en que Feli recibió la prótesis por encomienda y los primeros momentos de su hijo agarrando el manubrio de la bici con nueva mano.
Gino llegó con una caja. La sacudió, la hizo sonar y la llevó a su oído: lo miró cómplice a Feli . Los dos rieron: eran las piezas de ajuste de la prótesis hecha con impresora 3D. Luego Gino desplegó piezas en blanco, negro, verde y rosa flúo. “Me dijiste que te gustaba la flúo. Te la traje”, le dijo el joven estudiante.
A Feli, la mano que le diseñó Gino junto con el emprendedor Rodrigo Pérez Weiss, le cambió la vida. Ahora puede hacer kayak, andar en bicicleta e ir a pescar. Divertido, dijo que también quiere jugar al arco en la séptima de “Los Rojos”, el club de su pueblo.
Ivana invitó un mate y compartió las anécdotas de su hijo. “Todo lo que quiere Feli lo consigue. Es un cabeza dura”, dijo la madre. “Igual que Gino”, apuntó Marta, la madre del estudiante, que también viajó.
Ivana contó que uno de los primeros desafíos de Felipe fue atarse los cordones con una mano. Fue en el jardín de infantes. “Se ponía en un rincón. Pasaba horas y horas intentado hacerlo”, recordó. Y agregó: “Se me partía el alma. Lo veía y lloraba. Hasta que finalmente lo logró: hizo un moño perfecto. Y después era él quien le ataba los cordones a sus compañeritos”, En enero de 2014, Ivana recibió un mail de un tío de Uruguay. Le daba, entre otros, el link de una prótesis hecha en una impresora en 3D. Era un sitio de Estados Unidos. Pero entró a otro sitio, el de Lab 3D, el emprendimiento de Pérez Weiss y Gino Tubaro, en Palermo. “Les pedí una impresora 3D o una mano. Me dijeron que me hacían la mano”, recordó Ivana. El 30 de abril le mandaron la prótesis.
Esta semana la prótesis pasó una prueba de fuego. Alguien tuvo la mala idea de jugar con Feli al fútbol y se le rompió un dedo.
El reparador fue Gino. Trajo una caja con falanges, puños y dedos hechos con impresora 3D. Es que el estudiante de ingeniería es, de a ratos, costurero. Y cirujano. En el interior de las pequeñas piezas, enhebró un hilo y le devolvió al dedo gordo de Felipe su movimiento natural. En la página de Lab 3D, Rodrigo y Gino pusieron un formulario para quienes quieren una prótesis. En 24 horas les aparecieron cien pedidos. Pero en la oficina de Palermo hay solo dos impresoras. Gino no se achica: está pensando en mejorar el puño y adicionar a la mano de Feli un tenedor.
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