El cantinero le responde:
"OK… pero deseo advertirle que allí hay una estatua de un hombre desnudo, cubierto sólo con una hoja de parra, cuyo miembro viril parece muy real..."
"Bueno, en ese caso miraré para otro lado", dice la monja.
Dicho eso, el cantinero le indica donde se encuentra el baño
Después de algunos minutos, regresa la monja y recibe un muy caluroso aplauso.
Ella, dirigiéndose al cantinero le dice:
- No entiendo, ¿Por qué me aplauden si sólo fui al baño?
- Bueno, bueno... ¡Ellos saben que ahora usted es una de los nuestros!... ¿Le ofrezco un trago?
- No, Gracias... pero aún no logro comprender... -dice LA MONJA perpleja.
Riéndose el cantinero responde:
- Hermana, cada vez que alguien levanta la hoja de parra, se apagan todas las luces…
- vamos, tómese el trago.
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