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- 18/10/14
Del editor al lector.
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- Ricardo Roa
El ArSat-1 lanzado el jueves es oficialmente el primer satélite argentino de comunicaciones.
Pero no lo es.
El lanzamiento es importante y la propaganda sobre el lanzamiento está bien.
No está bien mentir.
Ni está bien desconocer los antecedentes por no corresponderles al kirchnerismo. Esos antecedentes son de argentinos muy valiosos y reconocidos en el mundo científico (ver pág. 64).
Guste o no, detrás de todo está la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, un organismo civil con características de agencia espacial que sigue un plan maestro diseñado en 1995.
Dijo Cristina: “Si yo no hubiese ganado las elecciones de 2007 o 2011 ¿tendríamos el ArSat en el espacio? Es una pregunta que deben hacerse todos los argentinos. Estoy absolutamente segura de que los satélites no se pueden derogar”.
El relato K es ahora geo estacionario.
Asustar a la gente con leyes que serán derogadas o remedios que faltarán si gana la oposición. Las vueltas de la vida: un proyecto que se dice progresista termina utilizando el arma más conservadora de la política: el miedo.
Medicamentos gratuitos contra el sida hubo antes de los Kirchner. También satélites.
En 1990 pusimos en órbita el LuSat-1, de comunicaciones y desde la Guayana francesa de donde partió el ArSat-1. Un tiempo despuésMenem se entusiasmó con los vuelos a la estratósfera. En el 96 lanzamos el MuSat y el Sac-B, astronómico y fallido. En el 97 el Nahuel 1-A y un año después el Sac-A, en una rara transposición de las letras del abecedario. El C de esa serie, para monitorear el medio ambiente en el 2000 y el D, destinado a estudiar la salinidad del mar en el 2011.
No se contó por TV pero hay un proceso de muchos años de formación de recursos humanos y de cooperación internacional.
Junto a Cristina, De Vido puso en órbita otras exageraciones que significan un demérito para los logros anteriores. El ministro porta el gen de la manía fundacional del kirchnerismo.
También el de la apropiación de méritos ajenos: nos puso como el octavo país en la materia pero contó a la Unión Europea como un solo país. Ningún satélite argentino hubiera sido posible sin la ayuda clave de Europa y de la NASA.
Dentro de esta historia está la historia del Arsat-1, con sus idas y vueltas desde que la Unión Internacional de Comunicaciones otorgó la órbita en el 98. Era para el Nahuel II, que debía estar en esa posición antes de 2002. No lo estuvo y nos dieron prórroga hasta octubre del 2005. Dos días antes de que venciera, el inefable Guillermo Moreno, entonces secretario de Comunicaciones, alquiló de apuro un satélite fuera de uso.
Previsible: le puso PP, Pueblo Peronista. También previsible: funcionó sólo un mes.
Cristina hace photo shop con el pasado y se adjudica lo que notoriamente viene de atrás. Lo anterior no existió. Y el futuro, si no es K, tampoco existirá.
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