06/10/11-Clarin
Por Sergio Zabalza* PSICOANALISTA
En la vida cotidiana de los actuales púberes y adolescentes prevalece el denominado “multitasking”. Práctica que consiste en abordar las tareas del colegio mientras que está conectado el messenger, suena la música, se envían mails, arde el twitter y está prendida la televisión.
Los que critican este hábito sostienen que la escena descrita es incompatible con la concentración requerida para fijar un aprendizaje, resolver un ejercicio o memorizar un dato. Razones no les faltan, habida cuenta de que la atención conciente sólo puede registrar un tema por vez.
Otra cosa es si, en lugar de la atención, consideramos la capacidad perceptiva que comprende nuestra compleja vida inconciente Muchos hemos experimentado la paradoja de resolver un intrincado problema o acceder a un repentino esclarecimiento durante un viaje en colectivo, en la góndola de un supermercado o mientras dormimos. De hecho, no pocos artistas o científicos aseveran que las mejores ideas surgen en momentos inusitados y, por eso, más de uno no sale sin un lápiz y un papel ; para no mencionar aquellos que guardan una lapicera en el baño o duermen con los apuntes al lado. (Bach decía que al despertar se encontraba con las partituras recién escritas junto al lecho) ¿Cómo es esto posible? Aportamos una respuesta: en aquellos momentos que nuestra atención conciente está distante de la exigencia de un examen o la fecha de entrega de un trabajo se alivia la amenaza que la obligación impone, para así dar paso a la imaginación y el pensamiento creativo . Cuestión que explica la notable concentración que logran los que eligen estudiar en el bullicioso ambiente de un bar. Es que ese barullo amigo los protege de la pesada y solitaria opacidad de una habitación. La imagen del hombre estudioso, encerrado en su gabinete y apartado de todo estímulo externo es una caricatura que habría que revisar Conclusión: si bien es cierto que la atención cubre un tema por vez, la capacidad metafórica del trabajo inconciente hace posible la elaboración de varias tareas simultáneas. Desde la perspectiva psicoanalítica, nunca hacemos ni decimos una sola cosa, el inconciente es un multitasking por excelencia.
Pero ocurre que nuestro más íntimo deseo es indomable, por eso cada persona debe encontrar su particular manera de concentrarse en el esfuerzo: resolver la amalgama entre el interés inconciente y la obligación es una tarea que nos lleva la vida. De algo estamos seguros, deseo no es lo mismo que capricho, más bien, todo lo contrario : si aquel abreva del compromiso entre distintas exigencias, este último lo rechaza de plano. En efecto, para plasmarse en algún logro que cobre significado para un chico, el deseo requiere de los límites.
Por eso, quizás de lo que se trata es de preguntarse al servicio de qué un chico sostiene toda esa parafernalia electrónica a su alrededor. Es decir, si se trata de un dispositivo que lo ayuda a sentirse acompañado en la tarea o si consiste en una defensa estereotipada que enmascara una inhibición para el estudio.
Entre tanto, los adultos podemos intentar discernir entre nuestros deseos y nuestros caprichos, sobre todo aquellos que conciernen a nuestros hijos.
*Autor de El Lugar del Padre en la Adolescencia (Editorial Letra Viva).
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