Un día de julio de 2011, cumpliendo el rito habitual, presté atención a la “Carta de lectores” del diario Clarín. La enviaba Norberto Véspoli y la tituló “¿Cómo vivimos con $ 40 diarios?”
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(SIC)
A pesar de mis años, tengo 70, nunca dejo de admirar la destreza y la facilidad de palabra que ostentan los abogados, los políticos y ciertos funcionarios, que con su oratoria logran convencer a las multitudes.
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Seguramente tuvieron excelentes profesores en lengua y literatura en sus tiempos de estudio. Además, tienen que haber sido muy buenos educandos, de esos que no poseen faltas de ortografía y que sobresalen en redacción.
Conmigo, en el boliche, está don José Zapata de 72 años, que tiene un juicio ganado hace tres años, por actualización de su jubilación, pero que todavía no tiene fecha de cobro. ¿Será porque su apellido comienza con “Z”?
También está don Luis, retirado militar, de la fuerza aérea. El estuvo dirigiendo la construcción de la base Marambio, en la Antártida. También se ocupó de la construcción de la base aérea en las Islas Malvinas. Es el mejor vestido de todos nosotros. Hasta lleva un pañuelo de seda verde alrededor del cuello. Siempre se pide un capuchino, mientras nosotros degustamos un cafecito. Sus historias las contó tantas veces que ya sabemos cómo colocar las planchas de aluminio para confeccionar las pistas de aterrizaje. El chimichurri para adobar el lechón ya lo sabemos de memoria. Pero hoy está comentando el cuarto asalto que sufre en una salidera bancaria. Eran dos “motochorros” que, de alguna manera, se enteraron de su extracción bancaria.
Finalmente, cierra el cuarteto de la mesa de café, don Carlos. El vive solo, hace poco quedó viudo. Sus dos hijos emigraron del hogar cuando se casaron. Ellos lo visitan de vez en cuando. Dice que quería hacer un asado para el domingo, pero no le alcanzaba el dinero. Entonces, de bronca, se gastó cuarenta pesos en verduritas para hacer una sopa, la que le alcanzará para dos o tres días.
Hoy, yo aporté poco en la charla de la mesa de café. Hace como cuatro años que nos juntamos casi todas las tardes. Estaba imbuído en cuestiones políticas, se aproximan las elecciones, sociales ¿por qué vetaron el 82% para las jubilaciones? y económicas, ¡cobro 1200 pesos por mes!
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(SIC)
Pero para mí, la que se lleva los laureles es nuestra Presidenta, [ella es abogada] quien con sus palabras sencillas y de fácil comprensión logra convencerme de que estamos en el mejor de los mundos [posibles].
Cada vez que la escucho me doy cuenta de que en el país no hay inflación, no existe la inseguridad, no hay miseria ni indigencia y que en el Banco Central y en la ANSeS sobran los billetes. [¡Seguramente será por su buena administración!]
Verdaderamente, me quejo de lleno. Lo único que me faltaría es que, con su locuacidad tan avasalladora y persuasiva, me diera alguna “receta mágica” explicándome ¡cómo [mierda] debo hacer, para vivir con cuarenta pesos por día! Este jubilado, [como tantos otros,] se lo [agradeceríamos aneternamente].
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¡Cómo me gustaría un día, poder pagar la ronda de café de la mesa!
Eduardo Roberto Dutchen
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