- ¡Apareciste, Roberto¡ ¡Tres días sin dar señales de vida! Tu ausencia nos preocupó.
- Disculpen, pero estuve ocupado. No podía venir.
- ¿Problemas en casa?
- No, Juan… Estuve pegado a la “compu”.
- Roberto, se te ve decaído. De salud… ¿estás bien?
- Sí, Miguel. De salud estoy bien. El problema es anímico…
- ¡Pero, dejate de joder! ¡A tu edad, con problemas anímicos!
- Te aseguro que de salud estoy bien. Los análisis dieron valores normales y ya terminé la primera etapa de reparación del “comedor”.
- ¿Entonces qué te tiene tan preocupado?
- A ver si me entienden… Estaba esperando un correo electrónico que nunca llegó.
- ¿El mail que esperabas era muy importante?
- No sé, Juan. En realidad nunca dijeron que me enviarían un mail.
- Roberto, se te enfría el café. ¿Te alcanzo las medialunas? ¿De grasa o de manteca?
- De grasa, Miguel. ¡Gracias!
- Jugaría algo a que estás con un lío de polleras. ¿Acerté?
- ¡No, Juan! No es un entrevero de esa índole.
- ¿Entonces, Roberto? Contá… ¿O desconfiás de nosotros? ¿No somos amigos?
- Es que me ilusioné con la recepción de un mail y cada media hora revisaba la bandeja de entradas para ver si llegaba. Parecía un enfermo… Estaba obsesionado. Todo en vano.
- Pero, Roberto, dijistes que no te prometieron el correo. ¿Cómo sabías que te escribirían?
- Sólo me preguntaron si abría el mail.
- ¡Ya sé! ¡Un jaker! ¿El antivirus está actualizado?
- ¡Déjense de joder! Es una compañera de estudios.
- ¡Viste que es un problema de polleras!
- Roberto, te recuerdo que tuvistes flor de lío con la paraguaya…
- ¡No era paraguaya! ¡Era correntina!
- Da lo mismo. Te usó, te sacó dinero, te mintió y así como llegó, desapareció.
- Además, cuando estuvistes internado, no fue capaz de ir a verte ni unos minutos…
- Y eso que le dijimos que habías sacado boleto de ida solamente.
- Escuchen, muchachos. Es una mujer seria. Sufrió mucho en la vida y se merece…
- ¡Claro! ¡Se merece estar a tu lado! Vos siempre te preocupás por los demás…
- ¡Paren un poco! No les miento. Ahora, cambiemos de tema… ¡Por favor!
Eduardo R. Dutchen
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