De un amigo. . . . . amerita el reenvío.
Luis
A propósito de esta frase de José María:
Y como buen lunfardero, perdónenme que haga un jueguito con los tag, blooper, Word, Windows, pps, e-mail-, intro, net, software, blog, hardware, web…. Etc. ¡Epa! Y algunos se quejan del lunfa…
Hace no mucho escribí unas líneas relacionadas con, digamos, el estupor que producen en los individuos los cambios permanentes.
Cuchá, Tiburcio:
Hace un fangote de tiempo que no nos vemos. Cuando pasaba algo así, hace quince o veinte años atrás, con un dedo tuyo hacías girar un disco seis veces, uno por cada número, en un fortachón aparato de baquelita enlutada; y mientras el disco volvía de cada impulso de tu dedo, hasta tenías tiempo de pensar en alguna minita o silbarte un valsesito criollo . Hoy, tenés que teclear ocho, mínimo, en una mantequita de plástico, o sino, en una pulguita que parece aquellos viejos pastilleros de jermus, donde los números los tenés que mirar con anteojos de leer prospectos de remedios. Y si no te apurás a meter todos los números, o se apaga la pantalla o aparece una voz que, por poco, no te informa que sos un flor de salame.
Entonces, antes, me pegabas un telefonazo y ahí, uno de los dos, se corría al bulín del troo con faturas (todo un lujete, vos sabés) o con bizcochos de grasa que embrocan mejor con el mate.
Pero las cosas cambiaron, Tiburcio,... si vos lo sabés. Me acuerdo que hace mucho, pero mucho mucho, eh?, te apareciste con un aparatito que tenía una pila de conesiones (que al fono, que a la tele, que a la luz, que a la antena): parecía un tipo en la sala de operaciones (quirófano se dice, no?), a punto de decidir su suerte futura ("mach poin en tai brec" como dice un chabón en la tele, seguro con nariz respingada, aunque no lo veo). Entre paréntesis, ¿viste cuando el médico sale de la operación de alguien con resultado fulería, y le dice a la familia que espera: ”la suerte está echada”? Si hasta me da risa, mirá. Si echan a la suerte, ¿cómo quiere que lo ayude al pobre cristo?
En fin, creo que ése fue el arranque; después, como si fuera una cosa de todos los días, aparecían yeites nuevos; que monitor, que teclado, que basta de máquina de escribir, que ahora las teclas que uno golpeaba no se estampaban contra un oscuro y curtido rodillo de goma; que no hacía falta borrar con la goma "dos banderas" ...¿no te acordás ?... Ésa, que cuando pasabas suave sobre el papel no borraba un joraca, y cuando deslizabas un poco más fuerte se llevaba un cacho del pelpa y tenías que empezar de nuevo. Bueno, ahí fue el comienzo de la hecatombe (juná que parola me aprendí, Tibu; me la enseñó Mingo , que tiene una hija que va al comercial de Sarandí, que va): porque después de ese arranque anunciante de malarias, no se paró, pasamos de fruncida a fruncida, cada vez fue peor: la maquinita que imprimía, aunque despacito, aguantaba todavía la cinta negra; y el rodillo redondo, sufrido pero gordito, parecía que se bancaba a fuerza de sánguches, aunque, hay que reconocerlo, el impulso de su giro era automático (no había que pegarle a la palanca de costado para que diera un salto de renglón) y yo, como un bobina, no cazaba cómo una misteriosa bocha metálica con zarpullido groso, iba de acá para allá, como cadete haciendo mandados, y taca-taca, chigui-chingui, las letras iban apareciendo en la hoja en blanco.
Todo nos pasó por encima Tiburcito: que la "impresora de puntos", que la de "chorro de tinta", y hasta la "laser yet", ¿qué tul ?
Y no hablemos de los "fail": que primero el disco flexible, que después el disquet, que como no alcanzaba ("porque el disco duro no debe guardar datos estadísticos") metemos entonces el "cidí"; que como los archivos son "muy pesados" (¿pero de qué me hablan, si yo me agarré más de un lumbago por levantar ficheros cardex de hierro con 500 fichas de cartulina gruesa?), entonces hay que "sipearlos", que quiere decir, creo, que los achican como jíbaros a marotes humanos. Qué me hablan de fail.
Decime, yo sé que esto del avance tecnológico va para lunga, nosotros lo hemos visto cuando éramos jóvenes, cuando el nacimiento electrónico significaba en las empresas un salón de cuatro metros por siete con enormes mamotretos metálicos, en medio de una temperatura rigurosamente controlada de 18 grados, con un ejército de tipos que el resto envidiábamos como "la gente de Sistemas", porque ganaban mucho más que nosotros, se equivocaban no menos de tres veces por día y le endosaban el muerto al "sófuar" o al "jáuard", no se calentaban nunca ante ningún problema y decían que tu necesidad "va a tener que esperar, la pondremos en la lista de prioridades, pero existen 45 temas a resolver antes que el suyo", que quería decir, más o menos "andá a cantarle a Gardel, que por ahí te contesta".
Tiburcio, yo sé que está llegando la hora de enfundar la mandolina, pero mientras llega esa hora, ¿no te parece que los cambios tendrían que venir un poco más despacio? ¿cuándo podremos vivir un poco tranquilos, poniendo la pelota contra el piso y mirar un poco el panorama?... no te dan tiempo, mirá lo que te digo, ni a escuchar tranquilo un par de tangos, ni a escribirte una cartita como ésta, que ahora llaman "i mail".
Yo me pregunto (y te pregunto) ¿Y, mail ? ¿pá cuándo ?
ESOS PLATOS FUERTES
Carlos de Barra(n)cas
21/03/2007
colaboró Lili ( 25 Feb 09 )
miércoles, 8 de junio de 2011
Esos platos fuertes
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