Nanomédico, policía climático y abogado virtual pican en punta
POR ALFREDO DILLON-Clarin
Algunas son inminentes y otras se perfilan de acá a 10 o 15 años. Se imponen a partir de adelantos tecnológicos que provocan nuevas necesidades. Hay jóvenes que las demandan, pero aún no existen.
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23/01/14 – Clarin
Médicos que implantarán en el cuerpo dispositivos del tamaño de un átomo, como biosensores o micro-cápsulas con medicinas. Ingenieros genéticos y biotecnólogos capaces de fabricar órganos y extremidades para reemplazar las partes dañadas de cualquier ser vivo. Meteorólogos encargados de controlar el uso de las tecnologías que permiten modificar artificialmente el clima. Estas son solo algunas de las carreras del futuro, según un relevamiento del portal Interuniversidades.
Tal vez suene a lejana futurología, pero varias de las carreras que menciona el estudio ya se están dictando en algunas universidades –sobre todo en Estados Unidos– o, si aún no existen, su creación es inminente. Otras, en cambio, se perfilan para la próxima década. Y algunas se proyectan incluso más adelante, como ejecutor de cuarentenas (cuya responsabilidad será atender las futuras pandemias), prevista para 2030.
La lista de estas nuevas profesiones surgió de los datos que la red Interuniversidades solicitó a más de 200 universidades de América Latina, Estados Unidos y Europa. “Los centros de estudios reciben continuamente consultas sobre carreras que no son tan comunes”, explicó Alexis Genuth, responsable de la red. “Recopilamos esos datos y el resultado fue un listado de carreras que hoy resultan algo extrañas, pero que en unos años estarán entre las más buscadas”, aseguró.
Para Genuth, la incorporación de estas nuevas opciones a la oferta de las universidades argentinas dependerá de su trabajo conjunto con las empresas. “Las compañías petroleras ya están colaborando con instituciones académicas como la Universidad Tecnológica Nacional, que ofrece una maestría en energías renovables”, ejemplificó. También mencionó el caso del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), que se destaca en el área de robótica y cuenta con un Centro de Inteligencia Computacional especializado en inteligencia artificial.
De todos modos, es difícil imaginar que estas opciones se vuelvan masivas en la Argentina en el corto plazo. “Como muchas de estas carreras están basadas en la tecnología, es necesario que las instituciones cuenten con una infraestructura tecnológica de avanzada para poder implementarlas”, reconoció Tim Ettus, de la consultora internacional Sparks & Honey, en diálogo con Clarín. Aun así, los inversores de tiempo –claves para mejorar la productividad– y los granjeros verticales (junto con los jardineros urbanos) sí podrían tener una proyección cercana en América Latina.
Las ciencias agrarias, la industria de desarrollo de software y las energías alternativas, como la eólica, son otros terrenos donde los expertos reconocen grandes oportunidades para la Argentina.
Entre las carreras más “blandas” aparece la de especialista en bienestar de la tercera edad, así como abogado virtual. La primera ya se puede cursar en Buenos Aires: la Universidad Maimónides dicta una licenciatura en Gerontología y ofrece especializaciones y posgrados. Los abogados virtuales también tienen cada vez más demanda en Argentina: basta pensar en el aumento de los conflictos judiciales por violaciones a la privacidad en Internet, que no afectan sólo a los famosos habituados a retratarse en videos y fotos “hot”.
Thomas Frey, consultor estadounidense y uno de los gurúes “futurólogos” más conocidos en su país, asegura que “el 60% de los mejores trabajos de los próximos 10 años aún no han sido inventados”, lo que exige que las universidades sean cada vez más flexibles y se adapten con rapidez a los cambios (ver Las universidades...).
Para poder encarar los desafíos que vienen, la educación superior no solo tendrá que incorporar nuevos contenidos y herramientas tecnológicas, sino que también deberá preparar a los estudiantes para un universo laboral muy diferente. Así lo entiende Ettus: “En un mundo donde los trabajos tradicionales desaparecen y las estructuras sociales y económicas se transforman, las personas tienen que aprender a reinventarse a sí mismas constantemente, cambiar de trabajo cuando cambian las condiciones del entorno, y aprender nuevas habilidades en el camino”.
Aunque elija ser policía climático, arquitecto especial o contador, al profesional del futuro no le podrá faltar una virtud clave: la resiliencia. Para Ettus, “el trabajo exigirá, cada vez más, un estilo de vida como el de los profesionales freelance , que pueden tener varios proyectos y micro-carreras a la vez. Esto implica saber ahorrar, ser autosuficiente y administrar los ingresos para estar ‘cubierto’ en los períodos de inactividad”.
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