Se acerca el día Martes. Cesar se sienta frente a su PC y abre el Word, con la esperanza de que alguno de los temas que tiene en mente lo entusiasme. Ese día compartirá el escrito con sus compañeros del taller literario. Esta confuso e inquieto viendo que las ideas son muchas, pero la inspiración y el entusiasmo son escasos. Se levanta y llama a una amiga que le propone la idea de escribir una sinopsis de cada borrador, sin un orden preciso, para luego ver cual le gusta más. Esta propuesta le renueva el entusiasmo, se sienta nuevamente y comienza a escribir.
El primer tema trata de una mujer que al pasar frente a un espejo nota que además de su imagen hay otras más difusas pero visibles, se para a observar y las imágenes aparecen y desaparecen como si se tratara de una emisión que sufre algún desperfecto, la primera reacción instintiva fue golpearlo como si se tratara de un televisor descompuesto, pero desistió riéndose y miró a su alrededor como buscando al que le estaba jugando esa broma. En ese instante recordó que estaba sola en la casa y pensó que se trataría de algún truco preparado por su pareja, con mucho cuidado y desconfianza se acercó al espejo por un costado y lo levanto para observarlo por detrás, y, de repente, una ráfaga de viento huracanado formada por líneas multicolores la arrastró hacía el interior. Después de comprobar que no soñaba y que podía comunicarse con los cientos de personas que la rodeaban, algunas de las cuales creía recordar, pudo enterarse que estaban bajo el poder de un espejo secuestrador de imágenes, que pretendía armar un mundo perfecto basándose en su poder de elección. Se enteró, además, que se estaba gestando una revolución en la que ella sería la líder…
Suena el teléfono y la charla da nacimiento al segundo tema. Manuel y Martín acaban de entrar al pasillo de un bloque de casas tipo chorizo, instantáneamente, Manuel percibe un aroma que lo traslada a su adolescencia, y grita, guiso!!!, es olor a guiso. Solo las pociones mágicas de mi vieja, así las llamábamos porque cocinaba con dos mangos, lograban borrar todos los problemas que tenía en ese momento y me convertían en el ser más feliz de la tierra. Te das cuenta Martín, los olores, y no todos ni cualquiera, que llevamos guardados en nuestro archivo interior son pasajes abiertos al pasado, no caducan nunca. Sí, claro que lo entiendo, creo como vos que los olores y todo aquello que se relacione con los sentidos, sonidos, sabores, el tacto, despiertan las vivencias pasadas. A mí me ocurre con la música, me traslada a los lugares en que disfruté de su encantamiento, y lo hace rescatando de mi memoria imágenes que solo obedecen a su llamado, en ese momento me siento en paz y tan feliz como vos con tu guiso. Mirá, que te parece si luego vamos a tomar un café y disfrutamos recordando sensaciones similares…
La tercera historia se ocupa del peregrinaje de un baúl de madera. Hola, soy un baúl español, para mí todo comenzó en un mes de Julio del año 1954, cuando una familia gallega decidió comprarme para proteger sus pertenencias durante la travesía del Atlántico. La misma estaba compuesta por la madre y tres hijos, dos niños y una niña, la cuarta hija, la mayor, debía quedarse con los abuelos maternos, pues esa era una de las tantas imposiciones para permitirles unirse al padre que hacía dos años residía y trabajaba en Argentina. El viaje, de casi un mes, contó con algunos sobresaltos debidos a tormentas y las incomodidades propias de esos barcos cargados de inmigrantes que iban a hacerse la América. Después de los recibimientos, con llantos y abrazos liberados de la prisión que impone la distancia, yo, junto con todos los bártulos recalamos en un conventillo de Avellaneda y un año después en una casa alquilada en Wilde. Allí la recepción fue más fría, solo estaban presentes el dueño de la propiedad que había sido domador de leones y dos niñas, Maryla de 14 años y Agnieszka de 13, que eran sus nietas. No pasaron dos semanas y mi rol en la relación de esas niñas con los recién llegados, Macario tenía para ese entonces 8 años, Roi 6 y Mara 4, quedó claro con el primer juego organizado por las polacas, apodo por el cual eran conocidas en el barrio, Fue una escondida, en la cual dos contaban y dos se escondían, las polacas eran las encargadas de explicar cómo se debía jugar y cómo serían las parejas. Agnieszka y Roi comenzarían a contar y Maryla y Macario se esconderían, por supuesto yo fui el lugar elegido como escondite, y esto explica el porqué de las parejas. Fue dentro mío donde esos niños recibieron sus primeras lecciones porteñas sobre toqueteos, caricias, abrazos, besos y mil sensaciones más. La situación no significó un shock emocional para los niños, como muchos piensan, puesto que en las aldeas gallegas suelen darse, gracias a sus bosques, estas situaciones. El problema, a mi juicio porque en realidad los hechos demostraron que no existía ninguno, estaba en la diferencia de edades y la astucia con que las niñas manejaban la situación sin ser descubiertas. Las parejas se mantenían y solo se rotaba el orden de contar y esconderse, las pocas discusiones entre las hermanas surgían por dos motivos, la posesión de Macario, que había demostrado ser más dotado, mental y físicamente, que Roi en las artes impartidas, y como sobornar a Mara que lloraba pidiendo jugar. Nada externo perturbaba el desarrollo del juego, pues mis patrones eran padres inmigrantes ocupados en lograr los fondos para construir una casa propia, y las polacas manejaban a voluntad a los integrantes de su familia, formada por una madre inmensa en volumen pero invisible en presencia, y tres hombres alcohólicos. Nadie prestaba atención a unos niños que jugaban a una simple escondida. Quiero que sepan que les estoy relatando esta historia porqué hoy, después de ser vendido y revendido en negocios de antigüedades durante muchos años, me enviaron a la casa de mí nueva dueña y vi con asombro que ella, era Maryla…
La última historia se desarrolla en un barrio de Florencio Varela. Che Nito, dijo Javier, vamos hasta el boliche del turco a divertirnos un rato - no déjate de joder, sabés que no me gusta burlarme de él, me cae bien - Dale, no te hagas el perdona vidas, que bien que te cagas de risa con las cosas que nos cuenta sobre sus operaciones de canje y venta, y además creo que él quiere hacernos reír. Como en la entrada del corralón esta el siguiente cartel, “Señor Cliente: Si usted cree que lo que pretende vender o cambiar tiene un gran valor, este no es el lugar adecuado para hacer su negocio”, los dos entraron sonriendo, y a escasos metros encontraron al turco que estaba despidiendo a un cliente. - Hola turco, cómo fue el día de hoy, le preguntaron – Bien, muy bien les contestó con una gran sonrisa – Fue en ese instante que Javier notó la dentadura nueva que hacía malabares sobre la lengua del turco para no caerse – Che turco te compraste dientes – No, estás loco, salen una fortuna, resulta que vino una persona interesada por el caballo que canjeé la semana pasada y me ofreció una tele como pago, y como yo le dije que no era suficiente se sacó la postiza de la boca y la agregó a la oferta, je..je… , seguro notó que me faltaba todo el comedor de arriba. Me los probé en el acto y me calzaron perfectos, ni que los hubieran hecho para mí.- Nito y Javier comenzaron a reírse como locos, el turco también se reía, pero sujetándose la dentadura para evitar que saliera despedida de su boca, no podían parar. Cuando Nito y Javier recobraron el aliento le dijeron - Che turco, podemos volver el Sábado con un grabador y nos contás algunos de tus canjes más famosos, nosotros ponemos la cerveza y la picada – Si, si, les contestó el turco, pero cuando cierre, antes no – Che Javier, pregunta Nito, camino del bar, cómo puede ser que un corredor de bolsa famoso termine como vendedor de chatarra – No sé, las chismosas del pueblo dicen que sus cinco hijos y su mujer lo cagaron, umm, quizás el Sábado…
Cesar lee las sinopsis y piensa. No, no hay caso, no me entusiasman, hoy no estoy inspirado.
Raúl García Samartín
22-10-2013
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